lunes, 19 de abril de 2010

Arre, hermosa vida

Cuando encuentro un escritor que me ilumina no puedo parar de leerlo. Me pasó con Henry Miller, Mario Levrero, Clarice Lispector y ahora con Hebe Uhart. Como con el amor: estoy obsesionada. Les copiaría todo el libro pero:
Descubrí la parte de invento que tienen las necesidades y los deberes: pero los respeto en seco, sin gran adhesión, porque organizan la vida.

Perdí la inmediatez que facilita el trato con los chicos y aunque sé que se recupera con tres carreritas y dos morisquetas, no tengo ganas de hacerlas, porque envidio todo lo que hacen ellos: correr, nadar, jugar, desear mucho y pedir hasta el infinito.

Ahora, que soy un poco bruja, me observo una veta grosera. Como directamente de la cacerola, muy rápido, o hago lo contrario, voy a un restaurante donde todos mastican reglamentariamente seis veces cada bocado, para la salud y me produce placer masticar –así como si fuéramos caballos, me enamoro de las chancletas viejas, tiro demasiada agua a las plantas después de lavar el balcón para que caiga barro y ensucie lo lavado (anulo el tiempo, ya que vuelvo a limpiar), cocino mucho, porque encuentro placer en que lo crudo se vuelva cocido y desestimo totalmente los argumentos ecologistas; si el planeta se destruye dentro de doscientos años, me gustaría resucitar para ver el espectáculo.

Entendí qué pasa con los que se mueren y con los que se van; vuelven en sueños y dicen: “Estoy, pero no estoy; estoy, pero me voy” y yo les digo: “Quedate otro ratito” y no dan ninguna explicación. Si se quedan lo hacen como ajenos, en otra cosa, y me miran como visitas lejanas. En esa región del olvido adonde han ido tienen otras profesiones y han adquirido otro modo de ser. Y todo lo que hemos peleado, hablado, comido y reído, pasa al olvido y no quiero yo conocer personas nuevas ni ver a mis amigos; en cuanto empiezo a hablar con alguien, ya lo mando yo misma a la región del olvido, antes de que le llegue el turno de irse o morirse.

Me siento tan humilde y tan gentil al mismo tiempo, que agradecería a alguien, pero no sé a quién. Reviso mi jardín y tengo hambre, me merezco un durazno. Enciendo la radio y oigo que hablan de la onza troy: no sé qué es, ni me importa: arre, hermosa vida.
(Fragmentos de "Guiando la hiedra", Hebe Uhart)

7 comentarios:

Clara dijo...

Por vos empece a leer a Levrero.

Gracias Maria!!

Jonessy James dijo...

Muy bien seleccionado el texto.
Siempre un gusto este espacio.

seguidor.

jonessy

María dijo...

Un placer, Clara.
Gracias Jonessy, saludos.

Lusi dijo...

Gracias!
Qué placer descubrir lo que esta mujer escribe!

María dijo...

Viste lo que es Lusi? No se puede creer...

Patio de Actores dijo...

Hola, gente:

En octubre se estrena “Querida Mamá o Guiando la Hiedra”, obra basada en cuentos por los que Hebe Uhart fue galardonada este año con el Premio Fundación al Mejor Libro Argentino (Relatos Reunidos).

En la página de Facebook sorteamos entradas y acceso a debates post-obra: http://www.facebook.com/pages/Patio-de-Actores-Querida-Mam%C3%A1-o-Guiando-la-Hiedra/278401892176416

¡Los esperamos! :)

Unknown dijo...

Maravilloso