No éramos comunes por no decir que no éramos normales.
Ya dije que por dentro de mi psiquis sabía detalles y formas , que era muy distinta a la boba de afuera que hablaba sin punto ni coma porque si ponía punto o coma perdía la palabra hablada. A veces ponía punto o coma para respirar pero me convenía comunicarme de viva voz rápidamente para que me entendieran y evitar lagunas silenciosas que descubrían mi incapacidad de comunicación verbal porque al escucharme a mí misma me confundían los ruidos de adentro de la cabeza y el silbante fluir de la palabra y quedaba boquiabierta pensando que existían palabras gordas y palabras flacas, palabras negras y blancas, palabras locas y criteriosas, palabras que dormían en los diccionarios y que nadie usaba. Aquí por ejemplo usé comas. Y puntos.
Creo que el diccionario me beneficia, creo que salvaré dificultades que antes creí insalvables y no cuento lo que guardo in mente y es que si salgo del todo de mis minusvalías iré a vivir sola porque tanta gente cansa y yo veo en profundo tanto como hablo en superficial y lo que veo en profundo no me gusta y desde lejos me dolerá menos o no me importará porque cada minuto me alejo más y más de lo que llaman familia y cada minuto me tengo más en cuenta.
Pero todo pasa en este mundo inmundo. Por eso no es lógico afligirse demasiado por nada ni por nadie.
(Fragmentos de "Las primas", de Aurora Venturini)
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