Es sabido que los niños se impacientan cuando les cuentan un cuento y les cambian el argumento o se saltean las partes de la trama que ya conocen, que no quieren renunciar al placer de la repetición, a la narración cuya exactitud les permite fingir que leen.
¡Qué argenta me resultaba Simone de Beauvoir traducida por Silvina Ocampo!
Y ella, sin dudas, carecía de la dulzaina retórica con que la psicología remozaría años más tarde los buenos modales de la feminidad: para dar a luz a El segundo sexo, era preciso ser fuerte.
Creo recordar, en uno de sus libros de memorias, una frase irresponsable: "Ninguna mujer puede ser violada por un sólo hombre".
"Quisiera que la persona que amo cambiara."
Cuando, ya mayores, nos veíamos en el bar La Paz, estábamos con diferentes bandas, pero seguía el cariño de los que se quisieron temprano, cuando aún no se está ni demasiado cansado ni demasiado comprometido en un destino arreglado entre el deseo y el principio de inercia.
El mismo mecanismo de aquel paciente de Freud que luego de contar su sueño con una mujer mayor dijo: "No es mi madre".
-Y después, ¿qué hiciste?
-Bajé la persiana.
Es cierto: donde otros se explayaron , yo puse el punto final.
(Fragmentos de "Contramarcha", de María Moreno)
2 comentarios:
Hola M.
Que gusto leerte más seguido. Gracias por las citas. Siempre tienen algo de sabor. Pregunta, ¿Cómo escoges qué leer? ¡Saludos!
-E.
Hola E!
Elijo por intuición, agenda y estado de ánimo.
Por ejemplo, si estoy trabajando mucho elijo algo más "liviano".
Si la lectura va a ser una de las actividades principales de mis días voy por algo más "exigente".
Y así...
Un saludo y gracias por leer!
María
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