domingo, 21 de febrero de 2021

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

Cuando tienen mucho dinero, a los enfermos psíquicos se les llama excéntricos...

Si la muerte tuviera en cuenta la opinión de los demás, moriría mucha más gente adecuada.

Mi padre decía siempre que, si te metes en un lío, tienes que arrastrar contigo a toda la gente que puedas, porque así te librarás más fácilmente. Mi padre entendía de líos.

A mi madre le encantó la idea. Se rio largo rato, con ternura, como yo descubriría años después que se ríen las madres con los chistes estúpidos de sus hijos inútiles, pero amados.

Sin turistas, el pueblo era como una familia que, aunque tenía una casa grande, vivía en una única habitación.

Le dije que ese cuadro iba a venderse, que se vendería con toda seguridad, e incluso por mucho dinero, porque los seres humanos están destrozados y buscan cosas destrozadas. Porque los seres humanos están enfermos y podridos y lo saben, pero fingen solo por miedo estar sanos y ser buenos. Y porque así es más fácil.

Una noche decidimos juntos que yo tenía que volver a la dosis diaria de pastillas que había abandonado a raíz del episodio de la mano. No podíamos permitirnos una nueva crisis con ella en casa en ese estado. "Y lávate los dientes", añadió, antes de transferirme definitivamente las atribuciones de un adulto.

(Fragmentos de "El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes", de Tatiana Tibuleac)

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