viernes, 1 de mayo de 2020

Nuestra parte de noche

Hoy terminé de leer la última novela de Mariana Enriquez. No podría hablar en términos de "me gustó o no me gustó". Creo que el mundo del gusto quedó para otros espacios.

Siento una inmensa admiración por la apuesta que hace. En ella misma como escritora, en la historia que quiere contar, en el tono, en el género. No se conforma y no busca conformar a nadie. Al contrario. Te exige y te invita a una intensidad y una confusión perturbadoras y necesarias. Llegar al final es una especie de resistencia a la oscuridad y al miedo. 

Aquí algunos fragmentos:
Juan pensó en salir, subir al auto y abandonarlo ahí, en esa proveeduría perdida. Sería lo mejor para vos, hijo, pensó. Lo imaginó creciendo, atendiendo detrás del mostrador o, a lo mejor,  hasta manejando la jangada. Si lo abandonaba, iba a ser un hombre rabioso y callado, pero había muchos hombres así. 
Como odiaba esas películas y telenovelas con los enfermos heroicos que soportaban calados el sufrimiento y les daban ánimos a los demás. Él conocía lo suficiente los hospitales y la enfermedad como para saber que la mayoría de los enfermos eran mandones y malhumorados, y que intentaban lograr que los demás se sintieran tan mal como ellos. 
-Eso hasta tiene un nombre: la paradoja de no sé quién, no recuerdo. Te estás haciendo una pregunta que no tiene respuesta todavía, me parece. O a lo mejor ya lo descubrieron y yo no lo sé. Hay algo llamado materia oscura, que empuja a las estrellas, por eso están cada vez más lejos. Tres cuartas partes del universo son oscuridad. Hay mucha más oscuridad que luz sobre nosotros.

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