miércoles, 3 de agosto de 2016

DIARIO DE HAMBURGO -2

No endiendo absolutamente nada de alemán pero el lenguaje corporal de las parejas que llegan al salón del desayuno del hotel deja claro que la que elije la mesa siempre es ella. Los hombres las siguen sin chistar.
Llueve. Bajé a desayunar y todavía tengo que decidir qué voy a hacer el resto del día. Pienso que con la lluvia lo mejor será ir a un museo. ¿Cuánta gente vivirá así? ¿Sin saber qué va a ser de su día pasadas ya las diez de la mañana?
Ayer me quedé pensando en perder. Escribir también es perder. Cuando uno escribe está dejando ir, saca cosas de uno y las pone en otro lugar. Definitivamente cuando uno escribe, pierde. Escribir es vaciar.

Me vuelve loca la manera en la que vive esta gente. Es porque estamos parando en un barrio de clase muy alta pero yo nunca vi una calidad de vida así. No sabía que existía. Ahora entiendo un poco a los alemanes con los que trabajé en Buenos Aires, estaban como desorientados, parecían niños que habían perdido a la madre. Yo creía que era el idioma que los alejaba pero no, sería la sensación de caos comparada con el orden y el bienestar al que están acostumbrados.

Este es un tipo de vida que te hace decir “quiero vivir así pero… ¿quiero vivir así?”. Es decir, envidio un poco la tranquilidad para transitar los días, la belleza que hay en todo, la perfección, la confianza que debe dar vivir así, la confianza en uno y en los demás, la confianza en la vida que debe dar vivir así. Y al mismo tiempo la negación de otro tipo de vida, no quiero vivir así. La negación de miles de millones de otras personas que nunca van a poder desayunar un café como ese o salir a correr a un parque por la tarde, después de un buen día de trabajo, con un equipo deportivo íntegramente original y bien combinado. Miles de millones de personas que no saben lo que es reciclar, que no pueden comprar una fruta y que no tienen ni una milésima idea de que hay gente que vive así, con todos autos de primeras marcas, en edificios antiguos, recién pintados, que a través de sus ventanas dejan ver objetos de diseño y obras de arte. Jóvenes que viven con todo esto desde chicos, que de alguna manera son viejos desde muy temprano.

Hay pocos niños, los padres los llevan en las bicicletas. No vi ninguno caminando por la calle. 

Lloré en la ducha, sin saber por qué. Al salir del baño tenía varios mensajes en el teléfono. Una persona de mi familia que está enferma hace años ha empeorado, ya no tiene fuerzas para seguir peleando contra la enfermedad y quiere irse dormida, con el dolor controlado y la conciencia apagada.
Los médicos van a cumplir sus deseos este fin de semana, estos últimos días quiere despedirse de la gente cercana. Yo estoy lejos, ya me había despedido antes de viajar con varios encuentros que nos acercaron mucho. Es probable que no vuelva a verla.
Es la primera muerte que vivo en mi familia. La muerte de mis abuelos no cuenta. 
Cuando una persona que perteneció a un período de tu vida se va, se rompe una parte del hilo de tu vida. Y pasan a ser otro tipo de recuerdos, es otra manera de recordar en donde todos los protagonistas ya no están, se limita el cómo y el qué pasó. La memoria se unifica, se mete para adentro como una media y pasa a ser individual, como si fuese una película que ya nadie más puede ver excepto uno. La podemos contar pero sólo desde nuestro punto de vista. El recuerdo queda en una sola dimensión, inmóvil, pasa a ser una foto más que una película. Eso es, el recuerdo pasa a ser una fotografía inalterable. Cuando alguien que estuvo cerca en una parte importante de nuestra vida muere aparece una nueva forma de recuerdo, y de alguna manera la vida se subdivide en un antes y un después.

Tan importante como recorrer una ciudad es tener tiempo para pensar en ella. 

Durante el día, fui al centro de Hamburgo y al museo KUNST AND GEWERBE. El centro de la ciudad ya es otra cosa, ya es vida real. Compré un libro de Patti Smith, “M Train”. Está en inglés y viene bien para practicar. Después trabajé en mi libro.

En una tienda de deportes, al buscar un modelo y mi número, encontré la mejor gráfica para el slogan de Nike: Just do it. Alguien cambió sus zapatillas viejas por unas nuevas. Simplemente lo hizo:

















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