“Nunca te arrepentirás de no haber cenado”.
Me levanté con el cuerpo nuevo. La mente
algo confusa por las noticias de ayer a la noche. Pensamientos de vida y muerte
durante el sueño.
Trabajé bastante por la mañana traduciendo
al inglés el dossier del documental. Es
un trabajo arduo y tedioso. No lo pude terminar, tendrá que ser mañana.
Algunos amigos ya empezaron a anticipar
mi cumpleaños. Los más despistados preguntan la fecha exacta y los minuciosos
escriben “ya falta poco”.
Entender que esta es mi forma de vivir,
la incertidumbre. Una amiga dijo que me tengo que sacar la creencia de que lo
que hago no tiene ningún valor “por decreto”. ¿Cómo puede ser que no lo valore?
Es que no se nace artista, se llega a serlo. El artista es alguien que se caga
en lo que digan los demás. Hay que cagarse en las voces interiores que dicen
esto es bueno o no, eso no tiene ningún sentido.
Ayer en la muestra del museo explicaban
la diferencia entre Daoísmo y Confusionismo. En definitiva todo se trata de la
relación del hombre con el entorno. Cuán permeable es esta relación, cuán
grande es la intersección de los conjuntos. El individuo con paz interior o el
hombre como ser constitutivo de la sociedad, parte de un sistema político que
le da su razón de ser. Entre estas dos maneras se debate la forma humana. Ser
uno mismo o ser parte de un todo, de algo más grande. Pero ese todo modifica lo
más grande que existe dentro de cada uno, lo censura, lo restringe, lo iguala a
los demás. ¿Cómo podemos entonces ser lo mejor que podamos si tenemos que
encajar en el molde que nos imponen los otros?
Del confusionismo me llama mucho la
atención su nombre, que viene de Confusio. Tengo que estudiar más sobre todo
esto. Pienso en el “just do it” de ayer.
En un viaje es mejor hacer todas las
compras planeadas el primer día, sacárselas de encima. Si no se acarrea comprar
como un deber hasta el último día. Si ya hemos comprado el primer día, el resto
queda libre para recorrer y conocer sin cuestiones materiales pendientes que
enturbian todo.
Fui al HAMBUERGUER KUNSTHALLE MUSEUM. Me
gustó mucho más que el de ayer. No me alcanzó el tiempo para recorrerlo como me
hubiese gustado. La exhibición temporal de Manet es una maravilla.
En palabras de Manet: “El criterio que
debería aplicarse para juzgar a un artista es si es honesto y lucha por ser él
mismo y nadie más”.
Me encanta ir al museo. Lo que me
tensiona un poco es cuando no están bien señalizados, cuando el recorrido no es
claro. A la dificultad y la concentración que requiere mirar bien se le suma no
entender por dónde ir. Y eso es demasiado para mí.
Me gustó una pintora mujer que no conocía, ¿por qué será? No explicaban nada sobre ella en el museo, todos los espacios para los hombres. Se llama Anita Rée:
Los nombres de las calles de esta ciudad
son imposibles. Largos, parecidos e irrecordables. Llego a la conclusión de que
poca gente entiende el mapa de su propia ciudad. Y cuando al fin se ubican
muchas veces te indican mal. Ayer me pasó dos veces.
El mapa es una abstracción que no tiene nada que ver con la vida en las calles. Pienso en "El mapa y el territorio", de Michel Houellebecq. (El día que sepa escribir su nombre será el día en que también yo entienda mejor los mapas.)
El mapa es una abstracción que no tiene nada que ver con la vida en las calles. Pienso en "El mapa y el territorio", de Michel Houellebecq. (El día que sepa escribir su nombre será el día en que también yo entienda mejor los mapas.)
Lo bueno de viajar sola es que parás a
comer cuando y donde querés, no hay tanta vuelta. Generalmente el hambre no se
sincroniza con los compañeros de viaje y si a uno le gusta comer un sándwich en
un banco del parque el otro prefiere sentarse tranquilo a tomar una sopa en un
buen lugar. Viajar solo es cómodo y simple.
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