jueves, 4 de agosto de 2016

DIARIO DE HAMBURGO -3

“Nunca te arrepentirás de no haber cenado”.

Me levanté con el cuerpo nuevo. La mente algo confusa por las noticias de ayer a la noche. Pensamientos de vida y muerte durante el sueño.

Trabajé bastante por la mañana traduciendo al inglés el dossier del documental. Es un trabajo arduo y tedioso. No lo pude terminar, tendrá que ser mañana.

Algunos amigos ya empezaron a anticipar mi cumpleaños. Los más despistados preguntan la fecha exacta y los minuciosos escriben “ya falta poco”.

Entender que esta es mi forma de vivir, la incertidumbre. Una amiga dijo que me tengo que sacar la creencia de que lo que hago no tiene ningún valor “por decreto”. ¿Cómo puede ser que no lo valore? Es que no se nace artista, se llega a serlo. El artista es alguien que se caga en lo que digan los demás. Hay que cagarse en las voces interiores que dicen esto es bueno o no, eso no tiene ningún sentido.

Ayer en la muestra del museo explicaban la diferencia entre Daoísmo y Confusionismo. En definitiva todo se trata de la relación del hombre con el entorno. Cuán permeable es esta relación, cuán grande es la intersección de los conjuntos. El individuo con paz interior o el hombre como ser constitutivo de la sociedad, parte de un sistema político que le da su razón de ser. Entre estas dos maneras se debate la forma humana. Ser uno mismo o ser parte de un todo, de algo más grande. Pero ese todo modifica lo más grande que existe dentro de cada uno, lo censura, lo restringe, lo iguala a los demás. ¿Cómo podemos entonces ser lo mejor que podamos si tenemos que encajar en el molde que nos imponen los otros?
Del confusionismo me llama mucho la atención su nombre, que viene de Confusio. Tengo que estudiar más sobre todo esto. Pienso en el “just do it” de ayer.

En un viaje es mejor hacer todas las compras planeadas el primer día, sacárselas de encima. Si no se acarrea comprar como un deber hasta el último día. Si ya hemos comprado el primer día, el resto queda libre para recorrer y conocer sin cuestiones materiales pendientes que enturbian todo.

Fui al HAMBUERGUER KUNSTHALLE MUSEUM. Me gustó mucho más que el de ayer. No me alcanzó el tiempo para recorrerlo como me hubiese gustado. La exhibición temporal de Manet es una maravilla.  
  
En palabras de Manet: “El criterio que debería aplicarse para juzgar a un artista es si es honesto y lucha por ser él mismo y nadie más”.

Me encanta ir al museo. Lo que me tensiona un poco es cuando no están bien señalizados, cuando el recorrido no es claro. A la dificultad y la concentración que requiere mirar bien se le suma no entender por dónde ir. Y eso es demasiado para mí.

Me gustó una pintora mujer que no conocía, ¿por qué será? No explicaban nada sobre ella en el museo, todos los espacios para los hombres. Se llama Anita Rée:



Los nombres de las calles de esta ciudad son imposibles. Largos, parecidos e irrecordables. Llego a la conclusión de que poca gente entiende el mapa de su propia ciudad. Y cuando al fin se ubican muchas veces te indican mal. Ayer me pasó dos veces.
El mapa es una abstracción que no tiene nada que ver con la vida en las calles. Pienso en "El mapa y el territorio", de Michel Houellebecq. (El día que sepa escribir su nombre será el día en que también yo entienda mejor los mapas.)

Lo bueno de viajar sola es que parás a comer cuando y donde querés, no hay tanta vuelta. Generalmente el hambre no se sincroniza con los compañeros de viaje y si a uno le gusta comer un sándwich en un banco del parque el otro prefiere sentarse tranquilo a tomar una sopa en un buen lugar. Viajar solo es cómodo y simple.









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