sábado, 30 de noviembre de 2013

El deseo de ser piel roja

Si se pudiera ser un indio, siempre alerta, y montado en un caballo veloz, encorvado contra el viento, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta dejar las espuelas, pues no harían falta espuelas, hasta arrojar las riendas, pues no harían falta riendas, y apenas viera ante sí que el paisaje era una pradera segada, ya sin el cuello y sin la cabeza del caballo.

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