Salgo de mi psicóloga. Camino, hay sol y ya no lloro, me hago preguntas. Entro a un bar, no hay respuestas. Pido un té y miro por la ventana mientras me sigo preguntando. Hay un quiosco de diarios, ignoro los titulares de las revistas, a las modelos sonrientes. Entre todo ese bullicio visual la encuentro, apagada, sobria, casi escondida. Buscaba esa película hace tiempo, es la que más me gusta de Leonardo Favio. Agarro mi billetera y salgo del bar atolondrada, dejo mis cosas en la mesa. “Soñar, soñar” es la respuesta a todo, y sólo cuesta veintidós pesos.
lunes, 6 de septiembre de 2010
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1 comentario:
Hay un umbral ,que es invisible, claro, y es el cual nos separa de la burbuja diaria con el verdadero espacio. Es como pasar un pie, luego el otro, y estar ahí, en un espacio verdadero, real, palpable que nos indica que esa es la verdadera vida y todo lo que ahí podemos observar lo vemos con colores más vívidos, sonidos más claros, olores más intensos, sombras menos oscuras.
Pero no es fácil llegar a traspasar el umbral. Supongo que vos lo hiciste sin darte cuenta justo en el momento que saliste del bar tras "Soñar, soñar"...
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