“Deberías hacer la cama. Eso define el resto de tu día.” Le dice Vanessa a su tio adoptivo Chuck en la película “Smart People”. Y es cierto.
Hacer la cama primero facilita el arranque del resto de las tareas que a veces parecen inempezables. Sólo hay que tomar un poco de fuerza y estirar las sábanas. El cubrecama sí, tiene que quedar perfecto para crear la ilusión óptica de que todo está en su justo lugar. ¿No se empiezan a sentir más animados ya cuando tiran los almohadones en la cabecera?
Sin duda, hacer la cama define el resto del día, que siempre termina mejor cuando se sienten las sábanas lisitas antes de dormir.
3 comentarios:
Hay algo desagradable, lascivo, acechante en el desorden, es cierto. Pero por otro lado, la pulcritud excesiva no es menos desagradable. A mí me dan miedo las personas demasiado limpias, me da la impresión de que en cualquier momento pueden sacar un cuchillo de carnicero y clavártelo en el cuello.
Esos son los que cambian las sábanas cada dos días.
Definitivamente no estoy de acuerdo con este.
Probablemente cuando ordene mi vida empezare a hacer la cama, pero dentro de mi casa obsesivamente ordenada, jamas encontraras la cama hecha, ni siquiera disimulada con un cubrecamas estirado.
Me niego a hacerlo.
No se por que, tal vez sea el ultimo vestigio de mi ya cómodamente aburguesada rebeldía
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