Una locación. En general dos, a veces tres y como muchísimo cuatro actores por capítulo. Diálogo, ¿acaso hay otra cosa en una sesión de análisis? Sí, miradas, llantos, silencios, algunas risas. De esto, por más poco que parezca, trata esta genialidad de serie. “He visto tres episodios solamente. No me hacen falta más para recomendársela hasta a los perros del barrio” escribió Hernán Casciari.
Es que la idea es brillante. Es de esas ideas tan pero tan brillantes, tan grandes de esencia, que te hacen sentir “pero cómo no se me ocurrió antes”. Capítulos de veinticinco minutos, tiempo real, en donde cada día de la semana el doctor Paul (Gabriel Byrne) atiende a un paciente diferente.
El lunes ve a Laura, cuyo conflicto histérico es principalmente haberse enamorado de Paul. El martes a Alex, un piloto de la marina homosexual reprimido que se remuerde de culpa por los crímenes cometidos. El miércoles a Sophie, adolescente de padre ausente, con problemas alimenticios e intentos de suicidio. El jueves Jack y Amy, una pareja al borde del divorcio que potencia lo peor de cada uno. El viernes el mismísimo Paul visita a su terapeuta, Gina, para hacer seguimiento y muestra cómo es de verdad, él, que tan perfecto parece los días anteriores. Y así vuelven Laura y los demás la semana siguiente y la siguiente y la siguiente hasta que termina la primera temporada y nos queremos morir.
Está tan bien hecha que llorizquee en la mayoría de sus capítulos, tan bien hecha que quiero que todo el mundo la vea, tan bien hecha que fui a mi psicóloga y se la recomendé. Sí, y no sólo eso, sino que después de ver cómo Paul fue al funeral de un paciente quise saber si ella haría lo mismo si yo muriese. Y se lo pregunté. La respuesta fue no, no vendría ni a mi funeral, ni al nacimiento de mi hijo, ni a mi cumpleaños obvio (igual a estos últimos yo ni la hubiese invitado pero ella los puso en la lista de los no). También gracias a la terapia de Paul le pregunté si me quería o podía atender a cualquiera aunque le cayera mal. A pesar de que me dio a entender que sí, que me quería, no fue tan clara como cuando dijo que no me vería fuera de ese cuartucho ni muerta.
En fin, me fui para otro tema. “In Treatment” es perfecta, Paul es perfecto y por suerte no es mi psicólogo porque sino ya estaría enamorada de él hace rato. Por favor, veanla.
(En el link tienen la crítica de Casciari y pueden bajársela junto con los subtítulos.)
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