¿Borracha?

Ya saben que el desayuno para mi es sagrado, un momento de comunión con mi día que empieza. Pero hoy, justo domingo, no. Estaba untando unas ricas tostadas y escuché una propaganda en la radio que me hizo escupir todo el café con leche en la pared. Y el café no sale.

Es un anuncio de un seguro de Banco Galicia, un portero chusmeando cómplice con nosotros que lo escuchamos sin derecho a réplica y que no queremos chusmear a esa hora con nadie. 

Cuenta que hace mil años que trabaja en ese edificio, que es como de la familia, que los propietarios le confían todo, que ayudó a subir un plasma de un millón de pulgadas al octavo b, que la viejita del quinto c se compró un equipazo de música pero viaja mucho y la muy irresponsable deja su casa sola, cosas así que únicamente le importan a los encargados. 

Resume que la gente ahí la levanta con pala, dice en realidad que la levanta con las manos creo o algo así (ahora sin cassette no puedo grabar de la radio, cuando era chica corría a apretar rec cuando venía la canción que me gustaba, siempre se perdía un poco del principio), pero la cosa es que el portero da a entender que la levantan con pala. Todo esto dicho en un tono muy de barrio, muy de buen tipo.

Después de revelar los tremendos electrodomésticos que tienen sus cuasi parientes, así, como al pasar, el señor pregunta: Perdoname, ¿vos quién eras? Ah, sí, vos pibe venís a traer unos volantes, ¿no? Pasá, pasá, pasá nomás… Aparece otro tipo y habla con lo que el Banco Galicia imagina es la voz de un ladrón: Sí, sí, gracia amigooo… Y no se qué murmura mientras sonoramente entra al edificio como pancho por su casa. Así descubrimos que no estaba hablando con nosotros, que somos gente conocida y muy confiable.

Entonces estoy ahí, sentada, tratando de digerir mi jugo de naranjas, y escuchando a mi mente que dice, no, no, no, no puede ser, no, y sale el locutor y me grita gozando: ¡Sí! ¡Sí! ¡Es! ¡Creelo! ¡Y te digo más! Me cuenta que la mayoría de la gente que me rodea no es tan confiable como parece, que me conviene estar asegurada porque corren grave peligro mi licuadora y mi secador. Y ya está, el daño está hecho, me levanto para buscar el trapo e intento limpiar la pared que, como dije antes, quedará marcada para siempre.

Les pido por favor, ya sé que muchos no se animan a hacer comentarios, pero por favor, les suplico, sólo un sí, lo escuché, o sólo sí. Alguien que me diga que es verdad, una sola persona que compruebe que no me volví loca y estoy escuchando visiones. ¿Tendré que dejar el café con leche a la mañana?