Acá se llamó “El Ladrón de Orquídeas” y es una de las películas que más me marcó en los últimos tiempos, quedé como tatuada por dentro después de verla.
Digo que me marcó, porque además de parecerme una de las pocas obras maestras que los norteamericanos dieron por estos años, de estar brillantemente estructurada, actuada y filmada, además de gustarme a lo loco, de sorprenderme, de hacerme reír y llorar al mismo tiempo, de maravillarme con sus ocurrencias, de enseñarme sobre guión, personajes y sobre la adaptación de una obra literaria, además de todo esto y más, me dejó un mensaje.
Qué cursi suena “me dejó un mensaje”, ¿no? Tiendo muchas veces a renegar del concepto, pero en este caso lo abrazo con todas mis fuerzas y no lo suelto por nada del mundo. Esta escena de “Adaptation” me enseñó algo que, para decirlo mal y pronto, me cambió la vida:
Donald-I loved Sarah, Charles. It was mine, that love, I owned it. Even Sarah didn’t have the right to take it away. I can love whoever I want.Charlie-But she thought you were pathetic...Donald(Smiles)-That was her business not mine. You are what you love, not what loves you. That’s what I’ve decided a long time ago.
1 comentario:
me había encantado ese diálogo y no me acordaba!
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