lunes, 6 de julio de 2020

El espejo de un baño público

Casi ni me miro estos días, no me quiero ver en el mismo espejo del mismo baño, tamaño retrato, de marco blanco, me conocés de sobra, no necesito comprobar nada, estoy muy cansada de mí, harta, y ahí estoy de nuevo, frente al mismo espejo, del mismo baño, evitándome, salgo de la ducha, como sin querer saludar a alguien que viene de frente, lavándome la cara, los dientes, pasa el hilo, el cepillo, la toalla hay que cambiarla, se me cae el pelo, mejor atarlo para sacarlo del mapa, los maquillajes dormidos, se volvió a terminar el papel higiénico, cambiarlo, no hacerlo, causa de divorcio o depresión, es un síntoma, que me duela el cuerpo y cruja como una galleta rota cuando me levanto, las piernas sin fuerza, las clases en internet no alcanzan para alimentar a los músculos, por mucha limpieza que haga, no me responden como antes, pesan, como pesan los hombros, la postura quebrada, intentar trabajar, la cabeza se escapa, no puedo concentrarme, en las imágenes, las voces, la música, obligo al cuerpo a seguir sentando en la misma silla, como si fuese mi esclavo, lo torturo, quiero que pueda, que lo haga, que cumpla con las horas que me prometí trabajar el lunes, un lunes nuevo, lunes de comienzo, de disciplina, de yo puedo, aunque afuera muere gente, aunque al vecino le dio positivo, vos concentrate, hay que seguir, sigue la vida, sin los otros, sigue, la comida, los mismos platos que ya no parecen nunca del todo limpios, el alcohol, la lavandina, el virus pared de por medio, calma algo, está aquí, me ronda, es real, cercano, parece inofensivo, por ahora, día a día, despertar, sentir el cuerpo, no pasa nada grave, estoy bien, dolencias normales de un cuerpo quieto, el mate abandonado en la mesa hasta tarde, se vacía con la noche que entra temprano, casi después de almorzar se te viene encima, a las pocas horas, te empuja a terminar lo que nunca empezaste, expectativas del lunes vayan al martes, al jueves, a la semana que viene, viene del horizonte tratando de hacer promesas que no se escuchan, no se entienden, algunos mensajes de whats app son muy raros, no sabés si te quieren o te odian, se complica, estar meses sin ver esas caras que tanto vimos, caras que cambian ahora mismo, como la mía, no sé cuánto porque casi ni me miro, quizás, en un futuro, una noche de verano, en un bar, hay mucha gente contenta, me río, tomo vino o cerveza, hay amigos, alguien canta y voy al baño en el entreacto, la puerta no cierra del todo, no importa, estoy mareada, miro los mensajes rasqueteados en la pintura sin leerlos con ganas, entran y salen varias veces, voces, escucho, vuelven a cantar, me apuro un poco, tiro la cadena, salgo del cubículo con los pelos revueltos de haberme agachado para hacer pis, quizás de pronto, mientras me acomodo la ropa, me cuelgo la cartera, no hay jabón, me lavo las manos con agua, quizás de repente, para arreglarme el pelo suelto me mire en ese espejo sucio y desconocido, espejo salpicado, tamaño pared, que refleja a varias, hay otras, que también se miran, no sé si como yo, en ese espejo por vez primera, quizás en un espejo así, de baño público, pueda volver a mirarme como a alguien nuevo, alguien a quien no se ha visto durante mucho tiempo, y cueste reconocerme porque he envejecido.