Durante la mañana escribí, este
diario y otras cosas.
Ya pasado el mediodía, no sabía muy
bien qué hacer, no me quedaban museos para ir y el día se había puesto bastante
feo.
Leí un rato. “M Train”. Muchas cosas
en común con Patti Smith: todo el tiempo quiere escribir y no puede. No le
gustan las máquinas en los aeropuertos, prefiere las personas.
Decidí ir a una tienda vintage dondevenden ropa por peso. Quedaba en un barrio que no conocía y me pareció buena
excusa para salir y seguir conociendo. Si encontraba algo que me gustase podía llevarme conmigo un poco más de la ciudad y su gente.
Cuando me bajé del subte salí directo
a la puerta de un parque de diversiones, el HAMBURGER DOM. No tenía ganas de empezar a
buscar en el mapa en dónde estaba exactamente la tienda, para dónde ir. Los mapas cansan.
Entré al parque de diversiones y me
compré una bolsa de pochoclos, “mañana es
mi cumpleaños”, pensé. Decidí recorrer el parque, como
guiada por extrañas intuiciones de que eso era lo que tenía que hacer, por algo
me había tomado ese subte y me había dejado justo allí.
Y, de repente, entendí todo cuando la
vi. Imponente, inmensa: la montaña rusa. No sé en qué momento de mi
adolescencia le empecé a tener pánico, porque no es miedo, es pánico lo que
tengo. No le temo a nada más de esa manera.
Me quedé mirándola mientras me
atiborraba con los pochoclos de los nervios que me daban de s ólo pensarlo. Los ojos se me empezaron a llenar de lágrimas
de emoción. Sabía que tenía que subirme si mi deseo de cumpleaños era perder un
poco el miedo. ¿Cómo no iba a subirme?
Todavía con los ojos húmedos, guardé
el pochoclo y todas las cosas sueltas en la mochila. Saqué la entrada y fui
directo a los carritos. Un técnico alemán me esperaba para sentarme detrás de
un niño robusto y rubio que esperaba compañía para volar. Miré al hombre, le
dije que tenía miedo y le mostré la mochila como diciendo “qué hago”. El hombre
me ordenó con gestos que me sentase atrás del gordito, me agarró la mochila y me saludó con
la mano. Al miedo por la montaña rusa se le sumó el miedo a perder el pasaporte
y otras cosas valiosas que tenía en mi mochila. Pero no tenía demasiado tiempo de
pensar. Quizás esa sea la respuesta a todo, no pensar tanto, no dar el tiempo a
pensar. Pensando se fortalecen los miedos.
Mi día ya estaba hecho pero después fui a la tienda vintage que sirvió de excusa para salir del hotel. Me
compré un saco y una camisa.
Caminé hacia una parte muy linda que
tiene el barrio de St. Pauli (que no es lindo en general).
Entré a un café y me
quedé leyendo a Patti Smith durante más de dos horas. “You never can pay too much for peace of mind”, responde cuando
alguien le pregunta si pagó demasiado por un billete de lotería. “Nunca se paga demasiado por tener la mente
tranquila”.
El precio, el costo. No es sólo por
una cosa. Cuando pagué 5 euros por subir a esa montaña rusa, que duró poco más
de un minuto, estaba pagando básicamente por no arrepentirme de no hacerlo,
estaba pagando por la tranquilidad de mi mente. Y eso vale muchísimo. Además
estaba pagando por perder el miedo.
Salí del café para encontrar el arcoiris más impresionante que vi en mi vida. Nunca había visto un arcoiris tan claro y grande. Para mí era como un puente enorme, "mañana es mi cumpleaños", pensé.
Salí del café para encontrar el arcoiris más impresionante que vi en mi vida. Nunca había visto un arcoiris tan claro y grande. Para mí era como un puente enorme, "mañana es mi cumpleaños", pensé.
A la noche cenamos en el hotel con T.
Un poco en broma hice una especie de repaso rápido por las cosas importantes del
año que había pasado: gané un premio con la obra de teatro, escribí columnas
que gustaron, casi terminé de editar el documental, murió alguien que quise
mucho, conocí Colombia, Portugal, vinieron amigos españoles a Argentina. Parece
poco pero yo siento que pasó mucho.
Ya cuando nos estábamos levantando de
la mesa, T deslizó un “ah, ¡y nos
casamos!”. Nos empezamos a reír a carcajadas. “Pequeño detalle”.
En el ascensor, con las copas de vino que nos llevamos a la habitación, T. dijo que las cosas van para más y
para mejor. Yo también lo siento así.
Hasta mañana. Y a ustedes, mis 39 años,
hasta nunca. Gracias por todo.
4 comentarios:
Feliz cumpleaños!
Hola Miguel!
Muchas gracias! Qué bueno que sigas pasando de vez en cuando por acá.
Saludos y gracias!
Coincidencias: me gustan mucho las ferias americanas (hace años que solo compro ropa usada). me subí dos veces a una montaña rusa (pero nunca me subiría una tercera). me gustaría perder algo de miedo.
Hola Betina,
Si te subís una tercera, ahora, y tenés ganas de perder el miedo, le perdés. Comprobado!
Saludos
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