sábado, 6 de agosto de 2016

DIARIO DE HAMBURGO -5

Las pérdidas son como golpes. Cuando me levanté sentía que me habían pegado durante la noche, literalmente. Estaba sola porque T. se fue a trabajar a las cinco de la mañana. Bajé a desayunar con la intención de escribir algo pero no pude, o no quise, no tenía ganas de nada. Sentía el cuerpo pesado y ajeno.
Después junté fuerzas y salí del hotel.
Fui directo a refugiarme a otro museo. Para mí son templos.
Vi una muestra maravillosa de fotografía en DEICHTORHALLEN HAMBURG. Tres fotógrafos norteamericanos:


Silverthorne tiene una serie de fotos hechas en la morgue. Una mujer que murió dormida, con el gesto del sueño inmortalizado. Bebés que no llegaron a vivir ni un mes. Suicidas. Con la muerte algo se detiene, no se va, se detiene. Y ahí está la foto, la última foto. La muerte es el punto final, el verdadero vacío. El corte a negro.


Con las fotos de Miron Zownir tuve que sentarme en un banco a escribir esto: todos tenemos un costado oscuro, una perturbación, que tratamos de dominar, de domesticar. Somos todos perturbados reprimidos. La mayoría de la gente dedica su vida a domesticar su perturbación, sus turbulencias. Yo sería lo que se dice "feliz" si todos los días de mi vida pudiese conectarme un poco más con esa perturbación, exponerla y describírmela a mí y a los otros. Supongo que no deja de ser una manera de domesticarla, ¿pero un poco más honesta?


Increíbles las fotos de Ken Schles. Un movimiento intrascendente, una risa, un cuartucho oscuro, un baile en las tinieblas, un gesto fuera de foco y de tono, las formas difusas y borrosas del lente captando la intimidad de la vida más ínfima y a la vez más maravillosa.

En el otro edificio del museo había una muestra de un artista contemporáneo alemán, Andrea Slominsky, hecha completamente con baños químicos (o públicos). Mi impresión: no sé.





Cuando salí del museo saqué esta foto y empecé a escuchar música a lo lejos. Decidí seguir al personaje del pelo rosa para que me guiase hasta el GAY PRIDE PARADE.


Si había algo que me podía levantar un poco el ánimo era esto. Pura vida latiendo, puro deseo expuesto.

Al principio me indigné con nosotros, los humanos. Cómo nos damos el lujo de reprimir y discriminar por cualquier cosa, somos de no creer, lo que nos inventamos para cagarle la vida al vecino. Los años que ha llevado que la gente pueda expresar sus deseos y sus maneras de ser como se le cante el culo. Los años que llevará que esto se logre en todas partes del mundo. Qué cosa infecta la sociedad. Vuelvo a lo del primer día, la sociedad reprime y limita cuando en realidad debería sacar lo mejor de cada uno. Pasa lo mismo con ciertas relaciones. Es que relacionarse vendría a ser lo difícil.

Me emocioné en la marcha. El eslogan era: "Normal es: respetar a la gente". Yo también marché. No soy gay pero marché porque soy un poco de todo.
T. siempre dice que somos "todos los hombres y todos los animales".
Las fotos hablan solas, y levantan las tristezas más profundas:

































2 comentarios:

La Maravillosa dijo...

me hiciste viajar y pensar en todas las soledades del mundo... gracias...

María dijo...

Pero qué alegría La Maravillosa por aquí!
Muchos besos y a seguir viajando y soledando.