miércoles, 11 de noviembre de 2015

Titanes del coco

Es increíble la cantidad de plata que puede llegar a gastar una familia en la fiesta de casamiento. Así como existen géneros literarios como, por ejemplo, el policial, ya se podría decir que determinados ritos nupciales son un género en sí mismo sobre todo por la repetición. Los pobres, las clases populares, suelen ser más espontáneos. Un asado, una comilona, baile en patios improvisados y mucho alcohol y canciones hasta la madrugada. Las clases medias y altas, en cambio,  se fueron perfeccionando en los esquemas festivos hasta sacarle a la fiesta absolutamente toda posibilidad de riesgo y repentinización. Es decir que la fiesta, la celebración de lo espontáneo, es algo que no sólo no existe más sino que se combate. La fiesta ya no está en ningún lado.

A veces sueño que el mundo cambia y que los feos pasamos a ser los más deseados. Porque, quién mierda determinó que algunos sean hermosos y otros seamos horribles.
No sabes lo que es, Nina, sentir que tu cuerpo es un engorro, que no sabés ni cómo pararte, que quieres que no exista.
Se puede entender por qué la naturaleza persiste en perpetuarse, pero no por qué lo hace la gente.

Me dijo que un niño, cuando nace, tiene sólo esencia y que con eso tiene que responder al mundo. Y que recién a los seis o siete años empieza a desarrollar su personalidad y que eso siempre es en respuesta a los requerimientos de otras personas. Una cagada, ya que cuando crece la personalidad, la esencia interrumpe su crecimiento por completo y es sustituida por la personalidad.

Me dijo que la vida era horrible y que mucha gente trataba de hacer cosas para superarla. Que simplemente se trataba de aguantar. Le pregunté si el triping tenía que ver también con eso. ¿Con qué? me dijo. Con aguantar, le dije. El triping, como yo lo veo, es salirte de la vida común, me dijo.

Para ese entonces La Garza ya estaba infectado con una enfermedad que suele asolar las redacciones: la maquinola del diálogo interno que no para nunca. ¿Me reconocen? ¿No reconocen mi trabajo? Si se va aquél, ¿me ascenderán a mí? ¿J estará en el grupo de X? ¡Todos están en mi contra! Así, dale que dale,  erosionado el cerebro y la vida ni bien uno pone el pie en el diario y después, ya cuando la maquinola está aceitada y andando a todo lo que da, suele invadir también los ratos de ocio, los coitos y las puestas de sol: la maquino es un parásito que vive de los periodistas. Se alimenta de las ambiciones, debilidades y temores de estos muchachos. Yo vi las mejores mentes y corazones de mi generación secarse como un cadáver en pocos meses, pulverizados como los insectos en las propagandas de Raid, ¡patas para arriba! Solo los que identifican a la maquino  y la usan a su favor pueden escapar a una muerte rápida.

Cuando alguien les quiera presentar amigos y les dice que son de "la vida", desconfíen.

Aun hasta las personas decididas, con un nombre y una reputación que funciona, saben que todo está atado con hilos de coser. Que nuestros grandes momentos están pegados con cinta scotch.

(Fragmentos de "Titanes del coco", de Fabián Casas)

2 comentarios:

Betina Z dijo...

Suelo hojear los libros de Fabián Casas en las librerías, y lo que leo me gusta, y no sé por qué nunca me decido a comprarlos. Ahora leo tu post y me dan ganas de seguir leyendo. Tendré que hacer algo al respecto.
Cariños, María

María dijo...

Hola Betina,

Creo que este es un buen libro para empezar. Tengo "Ensayos bonsai" pero todavía no lo abrí.

Saludos y buena lectura!