viernes, 21 de febrero de 2014

Josefina Licitra sobre la crónica:

Si no reproducís como un escriba la voluntad del otro, si sos fiel a tu mirada y si tributás al único objetivo de una crónica, que es entender un pedazo de mundo sin hacerle favores a nadie, es probable –aunque no seguro- que alguien se moleste. Pero no porque uno escriba para hacer daño (no es bueno escribir para hacer daño) sino porque la mirada del otro puede ser dura. La diferencia entre la mirada propia y la del otro es como la que hay entre mirarse a un espejo y mirar una foto que te han tomado. Cuando te mirás al espejo es inevitable que ignores lo que no te gusta y te detengas en la imagen más tranquilizadora de vos mismo. Eso no ocurre en una foto: ahí está la mirada del otro y no hay tranquilidad posible. Solo puede haber, en el mejor de los casos, aceptación.

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