¿Buscás
algo?, le preguntó la
vendedora. Frank miraba la pared hecha de decenas de desodorantes de distintos
tamaños y marcas. No, nada; contestó
sin sacar la mirada de los productos. Ah,
no sabés lo que querés, murmuró la vieja con impunidad y se fue.
Al parecer, la conducta responde a una
necesidad. Y Frank, además de un desodorante, necesita demasiadas cosas; no
adquirir cosas, sino cambiar cosas. Esa es su necesidad. Y este cambio, el
hecho de querer dejar atrás amigos, trabajo, casa, familia y su propia
personalidad y reemplazar todo esto por algo nuevo que no sabe qué es ni dónde
encontrarlo es como navegar en Internet sin poder usar palabras. Por eso le
cuesta elegir un desodorante.
Frank pertenece a la generación Y,
llamada así por ser sucesora de la generación X, a la que pertenece quien
escribe esto. Al parecer la generación X es el comienzo de las generaciones
alfabéticas que siguen con la Y y la Z y tendrá que pegar la vuelta para volver
a empezar con la generación A, con el próximo humano.
La Y es la generación del milenio, gente
como Frank que se hizo adulta con la llegada del año dos mil. En teoría son
personas que ya no dan un valor moral al trabajo, que abusan de la tecnología y
son demasiado astutos, los mensajes publicitarios les resbalan como los pies en
piso de plástico mojado.
Quizás por eso Frank, frente a las
cuarenta opciones de desodorantes piensa que debería googlear las diferencias entre antitranspirante
y desodorante, las consecuencias
físicas que podría ocasionar el bloqueo de los poros de la axila, el
condicionamiento cultural de tener que comprar un producto que elimine un olor
natural, el hecho de que en Francia prefieran no usarlo, si es mejor aerosol,
barra, gel, talco o bolita, la historia de este producto que necesita y por eso
tiene que comprarlo.
“El sudor humano apesta”, lee en Internet
cuando busca la definición de desodorante. Lo hace en su teléfono
inteligente, en la farmacia, bajo la mirada indignada de la vendedora de otra
generación sin letra, que se ha quedado al final de la góndola sin nada que
hacer y mira a este hombre joven que, frente al sector de desodorantes
masculinos, está jugando con su teléfono celular porque no sabe qué quiere.
5 comentarios:
Muy bueno. Quién es el autor y el libro?
Gracias por tu blog! te leo sempre.
Saludos desde Lisboa
Luciana
Hola Luciana,
Este texto lo escribí yo. Me alegro de que te haya gustado y de que te guste el blog.
Muchas gracias,
Saludos
Un guiño ;-)
Gracias, Miguel...
gracias por la respuesta y por el texto!
:-)
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