Empecé este blog cuando me
separé. Buscaba compartir con otros, con muchos, lo que antes había compartido
con uno. Fue en Septiembre de 2008. Estaba sola y necesitaba agarrarme de algo.
El blog fue mi talismán.
Me salvó del caos, de la
angustia salvaje. Las palabras fueron el orden; impidieron a las ideas seguir
volando por la cabeza como pájaros ciegos chocándose entre ellos. Las palabras
fueron las leyes, la educación, las buenas maneras.
Pero pasó el tiempo, un río que
lleva y trae. Desde aquel año, cuando mi mundo se quebró como una rama seca, el
blog fue mi compañero, uno de esos amigos de verano que al final “no se
cortan”.
Escribí acá casi cinco años por
muchas razones: para sentirme cerca, cuerda; para compartir, tirarle algo al
universo, por más chiquito que sea; para calmar la ansiedad, para preguntar,
para tratar de entender algo de lo inexplicable.
En el blog soy más yo que
cuando hablo, que cuando pienso. Cuando escribo entro a la parte mía que más me
gusta, a un lugar que no existe la mayoría del tiempo. Sólo soy yo cuando
escribo y duermo. No puedo actuar dormir. Escribir tampoco.
Puedo hacer de cuenta que estoy
escribiendo pero para escribir, escribir, tengo que entrar a mi panza, a mi
cabeza, a los órganos que evito diariamente haciendo como que aquí no pasa
nada, y hola qué tal soy María estoy muy
bien y vos.
Escribir es como cagar. No hay
intermediarios, no hay escena. Es estar solo. Es un vínculo directo, como el
que tenemos con el dolor. Por eso pude escribir desde aquel año en que se
partió la rama y me separé de un hombre y del resto del mundo.
Tiendo a escribir desde la
cuerda floja, pero no quiero tener que estar mal para poder escribir. Ahora que
me esperan del otro lado de la puerta con la comida recién hecha y buena
conversación, quiero escribir y reírme.
Puedo
escribir los versos más tristes esta noche,
quizás sí, pero cómo escribir contenta cada mañana. Para intentarlo voy a hacer
ESTE taller y van a estar leyendo algunos ejercicios de aspirante a feliz escritora.
Eso les quería contar.
12 comentarios:
muy bien maría, me alegro mucho.
Gracias querés melón?!
Saludos
Es tan cierto eso de que aquél que escribe no es, nunca, ni el que habla, ni el que piensa; ni mucho menos -me atrevo a agregar -el que hace. Es como si fuéramos una serie de identidades que se van relevando y detrás de las cuales, al fondo, sentadito esperando a que lo llamen, hay un señor/a que escribe. Me gustó esa idea. Si tuviese que titularla le pondría "andá calentando que entrás vos". Grande María.
¡Me alegro María!
¡Te tengo mucha fe!
Sí, los seres virtuales también tenemos fe... ;)
Excelente!! Por un momento creí que abandonabas el blog y me alegro mucho de que no sea así.
Suerte!!
Pensé lo mismo que María, la otra.(genial)
Muy bueno, María!
Besos van
Gracias!!! A todos los que dejaron un aliento. Muchas gracias, vienen bien. Saludos
Me alegro mucho, me gusta tu blog y lo que contas, dale con todo! saludos!
Esas palabra que identifican tanto.
Mi camino de llegada a la escritura es el mismo.
Mi camino de llegada al blog fue inverso, desde Orsai a tus bellas palabras. Gracias por eso.
Gracias, GerBata! Saludos y me alegro de que andes por acá.
Me encantan estas cosas. Todos los mundos son pañuelos, hasta el infinito de la web. Solo cosas buenas pueden salir de la unión de dos de mis puertos habituales en el mar de la internet.
Quedo a la espera de leerte algún día en una reluciente nueva Orsai en mis manos
Buena Fortuna!
Muchas gracias, Fabarafa!
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