Ya no
soporto a la gente que me aburre, por poquísimo que sea, y que me hace perder
aunque sólo sea un segundo de vida. (Goffredo Parise)
Entro
en una zapatería porque he visto en el escaparate unos zapatos que me gustan. Se
los señalo a la dependienta, le digo mi número, el 46. Ella vuelve y me dice:
lo siento, pero no tenemos de su número. Luego
añade siempre: tenemos el 41. Y me
mira, en silencio, porque quiere una respuesta. Y a
mí, al menos una vez, me gustaría decirle: vale, de acuerdo, deme el 41.
Cuando
el que te ha pedido que le guardaras el sitio llega por fin. Y puedes demostrar
a todos los que están alrededor que era verdad.
Los
que dicen que te llevan y no te dejan en cualquier sitio: en la esquina, cerca
del metro, en la parada de taxis. Sino que te acompañan hasta casa.
El día
en que tiene que ajustarse la hora legal, o la solar. Porque
uno nunca acaba de entender si esta vez toca pasar de la hora legal a la solar
o de la solar a la legal. Y si esta noche vamos a dormir una hora más o una
menos: esto es motivo de agotadoras discusiones que se prolongan hasta pasada
ya la hora del cambio de las agujas, convirtiendo así en inútil la eventual
hora de sueño añadida. Porque siempre hay alguien que, aunque le hayas hecho
unos dibujitos en un papel, no está convencido, y dice que en su opinión es lo
contrario: que dormiremos una hora más y no una hora menos, como estáis
diciendo todos (o una hora menos y no una más).
Los
amores al empezar, que es mucho antes de que empiecen, es decir, el momento en
que un enamoramiento nace sin que la persona que se enamora se haya dado cuenta
aún. Y luego determinadas tardes de lluvia y la gente que espera que deje de
llover bajo los soportales, y se conoce, y se habla. Los amigos que se reúnen
en el café y se cuentan sus secretos. Las manifestaciones, cuando la ciudad es
ocupada por muchos de los que la habitan. El número exacto de besos que se están
dando en este momento. El bis tan esperado en un concierto. Una disputa
endiablada por una cuestión de principios. Alguien que corre para llegar
antes de que se cumpla el plazo
para lo que sea. El hecho de que ninguna mujer en el mundo consiga de su
peluquero el peinado que deseaba.
1 comentario:
otro escritor del que me enamoro
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