lunes, 7 de mayo de 2012

AUTORRETRATO

Voy a mirar en los callejones sin salida. Prefiero aburrirme solo que acompañado. Me fijo en las canas de la gente que todavía no está en edad de tenerlas. Como soy gracioso, se creen que soy feliz. Evito las abreviaturas. Nunca me arrepiento de no haber cenado. Espero no encontrarme nunca una oreja en un prado. Estoy dispuesto a pagar a los músicos de un restaurante para que dejen de tocar. Los momentos en que me veo guapo no coinciden con aquellos en que quiero estarlo. Me pregunto cómo me comportaría bajo tortura. No me pongo pantalones ajustados, me impiden escribir. A pesar de que mi ritmo de trabajo está al margen de la sociedad, distingo el fin de semana de los días de diario. Si viajo acompañado veo la mitad menos de país que si voy solo. No saco otra vajilla cuando doy cenas. Para soportar una experiencia difícil la parto en intervalos. Pido varios presupuestos. Sin el olor, el vomito apenas me daría asco. La televisión me interesa más sin sonido. Veo arte donde otros ven cosas. Hago fotografías porque no tengo ganas reales de cambiar las cosas. Cada vez me justifico menos. En la playa las chicas suscitan en mí menos deseo que en una biblioteca. Que no quiera cambiar las cosas no significa que sea conservador, me gusta que las cosas cambien sin hacer nada. Me invitan más que invito. Cuando tengo hambre me da la sensación de estar delgado. Sólo noto los huesos que me duelen. Tengo miedo de acabar vagabundo. Cuando quiero ver teatro voy a misa. Tengo treinta y nueve años en el momento en el que escribo estas palabras. El mejor día de mi vida quizá ya haya pasado.   
(Fragmentos editados de “Autorretrato”, de Edouard Levé)

No hay comentarios: