(Por Hernán Cocchi)
¡Cuidado, viejo! ¡Un pozo!
El confuso y cotidiano arte de la conducción urbana de vehículos trae dolores de cabeza, insultos originales, uñas cortas y mordidas, choques, muertos, heridos, llegadas tardes y algunas anécdotas divertidas. Pero, ¿es posible determinar la edad del meteoro al volante? Bosquejemos una teoría (im)posible.
Producto del tercermundismo, la desidia estatal o el desgaste del asfalto, uno de los obstáculos con los que nos encontramos en el asiento izquierdo del auto son (sin lugar a dudas) los pozos. Cráteres, volcanes, lagunas y otros tantos accidentes geográficos de la ciudad, ¿se transforman casi en alcahuetes involuntarios de nuestra edad?
Un primer acercamiento, discutiblemente científico, al tema indica que no. Sin embargo, estaríamos en condiciones de afirmar que los jóvenes tendemos a intentar esquivar el dolor de cabeza para los amortiguadores; en cambio, el superyó de los seres humanos con más kilómetros encima decide arriesgar su tren delantero.
¿Por qué? Expertos de alguna universidad del primer mundo, que no encuentran objetos de estudio más interesantes, podrían afirmar que los jóvenes se permiten el cambio de rumbo en mayor medida, están abiertos a alejarse del camino preestablecido por el GPS neuronal. En cambio, los gerontes optarían por no modificar el recorrido ni siquiera en grados imperceptibles, aún a costa de la salud de sus vehículos.
La evidencia que sustenta esta teoría no cuenta con el aval del método científico. Para la redacción de estas líneas, no se intentó siquiera el relevamiento en talleres mecánicos. Incluso, algún(a) conductor(a) con Libreta de Enrolamiento podrá presentarse como excepción a esta regla. Sin embargo, la historia de la literatura aceptó como reales a los unicornios, las sirenas, los ministros de Economía y los helicópteros.
El excéntrico escritor francés Alfred Jarry describió a la “patafísica” como “la ciencia de las soluciones imaginarias”. La causa del futuro, entonces, será extender ese criterio al tránsito.
1 comentario:
Esta lectura me mareo tanto que todavía estoy esperando que me pase para poderla leer de nuevo.
Saludos Maria.
-E
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