miércoles, 20 de julio de 2011

Llamada fatal

El lunes pasado fue un día de locos, literalmente. Estuve con locos, hablé sobre locos y en un momento hasta creí que me había vuelto loca, pero loca-loca, porque según alguna definición del diccionario un poco loca ya estoy. (Loco: Que tiene trastornadas las facultades mentales. Insensato, imprudente. Que excede en mucho a lo ordinario o presumible. Que siente un gran deseo, interés o entusiasmo. Que no funciona adecuadamente.)

Empezó en la parada del colectivo. Una mujer gritaba que iba a matar a todos los que la rodeaban, yo incluida, a los que hablaban por celular, los iba a matar a cada uno y a ese también, porque ella era de la policía militar y sabía que nosotros habíamos violado a sus hijos. Gritaba con una furia muy verdadera y me pregunté qué pasaría por su mente. El señor de adelante no se preguntó nada, giró y me dijo: está loca.

Llegó el cuarenta y uno y subimos. “La loca” pagó y fue derecho al fondo, no había asientos libres y se paró junto a una pasajera que estaba sentada lo más tranquila. No puedo escribir lo que empezó a gritarle, es demasiado, prefiero resumirlo en que la iba a matar a palos. La pasajera aceptó haber sido la elegida con mucha altura, bajó la cabeza y con nervios de acero se quedó inmóvil, como un camaleón, consciente de que cualquier movimiento podía tentar al disparo.

“La loca” le gritaba sin parar y nadie sabía qué hacer, daba lástima la mujer acosada, pero daba muchísima más lástima “la loca”. Nadie hizo nada hasta que “la loca” tocó el hombro de la pasajera. Entonces saltó un señor pidiendo agresión no; no sé qué consideraría lo anterior, pero eso fue lo que le salió y bastó para que se sumara un chico amenazando a “la loca” con que iba a llamar a sus propios colegas: la policía.

“La loca” se bajó corriendo y todos los que antes estaban mudos y quietos empezaron a hablar con todos, parecía una clase de primaria cuando se va el profesor. La palabra “loca” se dijo muchas veces y me quedó retumbando en la cabeza ay, pero qué loca estaba, cada loco con su tema, la gente está muy loca, qué locura por dios. Cuando me bajé en la esquina de mi casa, quedaban pocos testigos del episodio, todo había vuelto a la normalidad.

Esa noche me llamó mi amigo P. y me contó que un conocido en común estaba mal, que fantaseaba situaciones y que su familia estaba muy preocupada. Yo le conté lo de esa tarde en el colectivo y que había estado pensado en la delgada línea que nos mantiene de este lado, que cualquiera de nosotros se podría disparar para cualquier lado en cualquier momento. Como P. y yo nos entendemos, hablamos largo y tendido sobre la locura.

Esa madrugada, a las dos y media de la mañana, recibí un llamado de P. Atendí y, aunque nadie me hablaba, lo llamé por su nombre varias veces porque escuchaba que él se estaba moviendo por ahí del otro lado del teléfono, pero no contestaba y me cansé. Estaba tan dormida que corté y volví a mis sueños. Por qué no me preocupé por él es un misterio. Supongo que es porque conozco a P.

Primera cosa de la mañana mensaje a P.: me llamaste a la noche, ¿estás bien? P. no contestó. Por qué seguí sin preocuparme es otro misterio. Después comprobé que conozco muy bien a P. cuando me llamó como si nada a las tres de la tarde, recién despierto. Hablamos de la llamada y me lo negó a muerte, hasta me mandó una foto de la pantalla de su celular con las llamadas realizadas: mery 23:44, hora en la que habíamos hablado.

Yo estaba segurísima de que la llamada había ocurrido pero en mi teléfono tampoco había ninguna esa madrugada. Pensé en la locura. ¿Estaría cruzando la línea? ¿Imaginar llamadas nocturnas sería un posible comienzo? Me salvó P.: había revisado el "historial" y efectiva y extrañamente figuraba que me había llamado a las tres de la mañana. Alivio, el clásico ¡viste!, ¡viste! Más alivio. Nada había comenzado, yo seguía estando de este lado (por qué no me preocupé por el lado en el que estaba P. es otro misterio). La llamada había sucedido, lo decía la computadora del teléfono. Me lamenté por la gente que vivió tiempos sin tecnología, debió haber sido una época de locos.

4 comentarios:

Beroldo dijo...

"que siente un gran deseo, interés o entusiasmo"
pues, entonces, ¡considérenme loca!

Excelente relato, María, como siempre.

beso!
Laura

Sr. Coso dijo...

Seguramente la señora era originaria de LONCURA.

Anónimo dijo...

María, muy interesante.
Me identifiqué muchísimo con tu relato y con la reflexión acerca de esa delgada línea divisoria.
Será por eso que la gente trata a los locos como si contagiaran? Será que cada uno se ha sentido alguna vez sobre esa linea, y de algún modo poner distancia y escandalizarse es la forma de sentirse del otro lado?
Lala

María dijo...

Gracias, Laura!

Sr. Coso, volvamos a LONCURA!

Lala, quizás todos nos estamos acercando y alejando de la delgada linea todo el tiempo? Y da miedo?