Mi amiga F trabajó en “Feliz Domingo” cuando tenía diecisiete años. El otro día nos contó lo mal que la pasaba siendo la pinche de los pinches de los de asistentes de producción que se creían cancheros por llevarle café a Soldán y acostarse con todas las colegialas trepadoras.
Un día, cansada del maltrato, decidió ratearse. Estaba segura de que nadie se iba a dar cuenta, de que ella no existía. Lo más pancha compró facturas y se fue a tomar mate a la casa de una amiga que, como todos los adolescentes aburridos de la época, estaba viendo el programa del nueve.
Ahí, frente al televisor y atragantándose con una medialuna, se enteró de que su trabajo se notaba cuando Silvio Soldán empezó a llamarla al aire ¿F? ¿F? ¿No está? Ah, bueno, bueno… Soldán no sólo sabía su nombre, la necesitaba. Y ella salió corriendo al rescate.
Sólo una anécdota que me hizo pensar en el trabajo, en sus sentidos y sinsentidos. Para seguir dudando por favor vean ESTO.
3 comentarios:
una anécdota genial!
Gran historia, pero aún mejor recomendación de corto.
Nunca comenté pero leo el blog hace bastante y en parte es porque me enriqueces con referencias como esta.
Gracias
Publicar un comentario