Tengo una amiga que está convencida de que la gente está loca, ayer me lo volvió a decir. Yo me río porque no entiendo bien quién es “la gente” pero ayer me reí sabiendo que “la gente” era esa señora que apareció de la nada con su perrito de raza.
Estábamos sentadas afuera del Malba, la fuente funcionaba con luces prendidas y tenía un efecto Feng Shui que, combinado con el clima perfecto y la certeza de estar a punto de ver una buena película, tranquilamente podría haberse llamado felicidad.
Pocas cosas me gustan tanto como hablar de la vida con mis amigos, creo que me da la misma paz que leer, ir al cine o escribir: me hace pensar y al mismo tiempo me calma, me asegura que todo va a estar bien y en eso estábamos cuando apareció ella.
Permiso fue lo primero que dijo y la rozó a mi amiga con su cuerpo mientras empujaba perro al agua con una patada. El perrito marrón era de esos duros y regordetes, petiso con orejas de murciélago y cara de gremlin, ahora están muy de moda.
Por la cercanía fue imposible no participar del baño del perrito que sino pobre se moría de calor según su dueña. Nosotras sonreímos festejando al muy pancho que caminaba pateando el agua como hace la gente en la orilla del mar.
Qué simpático pensé mientras veía cables pelados y luces prendidas, ¿no habrá electricidad? y esto lo dije mientras pensaba qué simpático. Mi amiga, enternecida por el animal como si fuese suyo, largó un angustiado sabés que yo pensé lo mismo.
Todo fue en segundos, la dueña me fusiló con la mirada y sacó al perro del agua de un tirón como si fuese la pesca del día. Ay, ¡Dios! No seas mala onda, si yo lo baño siempre acá y se alejó ofuscadísima arrastrando al perro que chorreaba pintando una estela en la puerta del museo.
Mi amiga y yo nos miramos incrédulas, fue ahí lo de la gente está loca y mi risa. Justo se hizo la hora de entrar a ver “Síndromes and a Century” del inpronunciable Apichatpong Weerasethakul y saltamos el arroyo artificial para meternos en el cuarto oscuro.
Una médica vieja y coqueta esconde botellas de whisky en piernas ortopédicas, un dentista somete a sus pacientes a escuchar su canto mientras les escarba la boca, monjes juegan con ovnis a control remoto, pacientes esperan la sanación en sus próximas vidas, estatuas trascienden y denotan que los que caminan a su alrededor están vivos.
Cuando todo indicaba que la película había terminado (con un plano increíble: la cámara se acerca lentamente a la boca oscura de un tubo zumbante y uno siente que va a desaparecer succionado por la pantalla) aparece una multitud humana haciendo aerobics en una plaza con música pop a todo volumen.
Salimos del Malba, ya no había rastros de la señora del perrito, el agua se había secado. Pensé que la gente está loca y claro, clarísimo, "la gente" era yo, mi amiga, la señora, los personajes de la película, el director innombrable. Estar vivo es una locura inexplicable.
2 comentarios:
me hace feliz leer lo que escribir.
y eso que no soy de "ser" muy feliz.
son mini momentos de mucha emoción.
que lindo.
un beso mary!.
Marie, gracias... espero hacerte feliz más seguido...
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