Hoy volví al templo-museo que tanto me calma, me permite estar, me protege de vientos que hacen conmigo lo que quieren porque les abro la ventana, falta de flexibilidad para bajar las ramas. Acá susurran sólo personas que me gustan, cómo miran, cómo van vestidas, franceses, peruanos. Pasos que marcan ritmos inconstantes: detenerse para observar, seguir andando. Esto no es un río, lo que escribo, aún está trabado. Culpo a los cuadros por sus colores y pienso en cambiar de sala, buscar la mirada de los ángeles y las mujeres regordetas que me entienden, pienso pero me quedo pensar no es moverse, ¿pensar no es nada? Intención de dibujar y sin embargo volver a la palabra para no pensar, para algo. Las hojas lisas se terminan y vienen las de renglones porque este cuaderno tiene de las dos. Líneas rectas en las pinturas delimitan encuadran sostienen, línea recta el camino de vuelta a mi casa, línea recta querer pasar a la otra sala y levantarme para no escuchar a lo lejos el clásico Boca-River, el entusiasmo, han entrado, el mundo y las cosas que me asustan me esperan afuera, latido que amenaza. No salir de este lugar para poder vivir, desayunar “Etapas de la memoria”. CAOS. CAOS. CAOS. Visión quebrada. Escribir lo que veo, lo que viene. Fragmentarme para volver a ser “Un vacío difícil de llenar”. Estructuras del soporte. Soportar. Presente. “¿Adónde vamos? O presente”. Gol de boca asume el guardia del museo pero no es y se queda parado frente a “La esperanza de un pintor” que no le relata el partido, no le muestra nada. Experiencias colectivas. El guardia se acerca impúnemente ingenuo y me pide la birome como si no viese que estoy escribiendo, como si no supiese lo que es escribir me violenta, me ultraja, me tapa la boca y me impide gritar, me ata las manos carpinteras. Resisto. Nuevos visitantes pasan, yo me quedo oposición, yo me quedo y cuando la tinta corre y el guardia se aleja y las palabras son mías vuelvo a ser. Miedo a que el guardia venga a matarme de nuevo. De lejos mira asustado porque escribo, ha querido corroborar que el arma no está cargada, es eso. Pero el arma está cargada y escribo frente a los vigilantes. “Así es la vida, Señorita” me dice Noé y la vida está afuera llamándome pero no quiero salir. Irme a París, a Nueva York, a México, “Introducción a la esperanza” me interrumpe nuevamente Noé y adónde voy a ir si ni siquiera puedo volver a mi casa. A la otra sala, otros ojos que no sean los de estos guardias que sospechan. En veinte minutos cierran y empiezo a quedarme sola, la gente se anima a salir pero yo no quiero por favor no me saquen. No volver a los otros porque no soy parte, no resisto. Oigo pasos y ha llegado el momento, la condena, los vientos asesinos, el horror de no ser porque no escribo, el espanto de saberme tan frágil, ojalá una pluma en el viento ni eso. Ojalá una pluma, una pluma…
(Texto escrito en la muestra “Nueva Figuración”, en el MNBA.
El título y las citas son instalaciones de Luis Felipe Noé que se proyectan en un video.)
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