domingo, 30 de mayo de 2010

Gorda

Nunca había pensado en lo lindo que suena ser gorda de alma. Hoy fui a comer a Mía casa, un restaurante de comida árabe de una pareja de viejitos divinos: Mirta y Abelardo. Verlos trabajar juntos (atienden y cocinan ellos mismos) y escucharlos llamándose mi amor el uno al otro (más la comida casera) me engordó el alma un par de kilos.

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