Cuando salimos del cine de ver “La isla siniestra”, mi amiga (que me considera palabra autorizada porque no hace nada relacionado con películas) me preguntó: ¿pero estaba loco, o no?
Me sentí presionada, como una madre que no quiere dejar a su hija con la angustia de la incertidumbre. Pero como las madres, que no saben qué es la muerte, si el amor dura para siempre o qué es el tiempo, yo no sabía si al final Teddy Daniels, el personaje de Leonardo Di Caprio, estaba loco o no. Me inclinaba a pensar que no, pero igual le dije que no sabía. Ella lo entendió todo porque no preguntó más.
Al otro día, tomando un café con otro amigo (que trabaja haciendo películas), me dice muy seguro que sí, obvio que estaba loco. A él no le habían quedado dudas y, aunque había algo tranquilizador en esa seguridad, no pude evitar repasar en voz alta un par de escenas que comprobarían que Teddy Daniels no estaba turuleco, y lo terminé haciendo dudar.
Después leí en una entrevista que Leonardo Di Caprio dice que hay que ver “La isla siniestra” tres veces . Ahí me decidí a no pensar más en el tema.
2 comentarios:
para mi a teddy lo enloquecieron completamente..Si algunas personas en mi vida casi lo logran, no me quiero inmaginar varias confabuladas en lo mismo!
js
Mmmmm...la locura me vuelve loca. Como la nada. Dudar me gusta y ayuda a no estar tan loco. Abrazo
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