lunes, 29 de marzo de 2010

Hay que cruzar el umbral II


Lo del umbral vale para todo, hasta para los libros. Cuando empecé a leer “La vida desenfrenada de Sailor y Lula” me abombó con sus nombres raros: Dalceda Delahoussaye, Mona Costatroppo, Elmer Désespéré (así, con tres acentos, no entendía nada). Me cuesta leer cuando los nombres me traban, son como vallas demasiado altas que mi cabeza no puede saltar.

Igual seguí, un poco por mi personalidad de caballo empacado y otro por la confianza en el gusto de la persona que me lo regaló. Y oh, de a poco, empezaron a aparecer algunas frases:
“La realidad es como un asesino profesional, Lula (…)”

“-Lo sé pequeña –dijo Sailor-, el mundo es muy raro, y no va a cambiar.
-Puede que no valiera la pena levantarse cada mañana si no fuera así, ¿no crees, Sail?”
Sin darme cuenta me encontré metida en un universo muy particular: lúcido y decadente, melancólico, liviano. Lo había prejuzgado, a pesar de sus yankeeleses el libro se empezó a defender con este tipo de diálogos:
“-Yo ya no sueño tanto, ahora que soy mayor –dijo Lula-. Al menos, no recuerdo los sueños como me pasaba antes. ¿Y tú, Sail?
-Sueño más que nunca –dijo Sailor-. Probablemente porque siempre estoy echando siestecitas y los pensamientos se mantienen en la superficie.”
“-No hay ser humano capaz de dirigir su propia vida –dijo Lula en voz alta-, y no hay modo de que deje de intentarlo.”
Llegó un momento de la lectura en el que quise pedirle perdón al libro por pensar mal de él:
“-¡Oh, no, al contrario! Al parecer, me admira desde pequeño. Pero es uno de esos romances de dos coches en el semáforo de un cruce. Nos miramos atentamente el uno al otro pero luego él gira a la derecha y yo a la izquierda.”
Perdón.
“-Resulta difícil de explicar, hijo. Amar y estar enamorado son dos cosas distintas, claro. Lo mejor es conseguir mantener esas dos cosas dentro de casa, pero el amor es lo que hace seguir. La gente se enamora y se desenamora, a veces de la misma persona.”

“-Podría ser, hijo, pero no olvides que nunca debes tener en menos a una mujer, especialmente si sabe cómo duermes.”
Perdón.
“-Todo el mundo es una especie de prisionero, Dupré. Las personas que se enteran de detalles concretos de la vida de otras personas siempre sacan conclusiones que no son correctas, y luego se ponen a establecer relaciones que expliquen cosas que nada tienen que ver las unas con las otras. Un famoso escritor francés, ya muerto, lo escribió.”

“¡Me gusta tanto que me vengas a buscar! Me voy a morir de gusto.”
Perdón, perdón, perdón.

(Fragmentos de "La vida desenfrenada de Sailor y Lula",
Barry Gifford)

1 comentario:

Orla Publicidad dijo...

me encantó!No sé si me hizo sentir muy bien pero me gustó...