jueves, 14 de mayo de 2009

Dulce espera.

Vengo de estar toda la tarde en la facultad de sociales porque se recibió mi hermana, supuestamente rendía el examen a las tres, pero al final terminó entrando como a las seis y media. A muchos de los que la fueron a enhuevar les pareció un rato interminable, a mí se me pasó el tiempo volando.

Como ella estaba nerviosa nos mandó a todos a esperarla abajo. Yo me fui con Cande, una de sus amigas, a comprar algo para comer. En ese par de cuadras, no sé cómo terminamos hablando de si la vida era simple o complicada. Cande decía que era simple y yo, quizás porque no había tenido un buen día, que era bastante complicada.

Volvimos a la facultad con unas galletitas integrales de nuez y nos sentamos en los únicos dos pupitres que había en el hall de entrada, parecían puestos ahí para nosotras. Pero con la espera, el frío que hacía y esas galletitas tan ricas nos vinieron unas ganas de tomar mate arrolladoras, casi una necesidad.

Miramos alrededor buscando algún estudiante matero pero todos estaban de paso, apurados. El único tranquilo era un chico que se acercó a una mesa y se puso a doblar los folletos de una agrupación universitaria. Estaba solo y tenía una pila enorme. Nosotras, que ya habíamos hablado de la complejidad de la vida, de teatro, de psicólogos, de amor, de todo, nos ofrecimos a ayudarlo para hacer algo. 

Se llamaba Tomás y no podía creer la dedicación y la velocidad con la que Cande y yo doblábamos folletos e insertábamos el panfletito que iba en el medio. Era una verdadera cadena de producción. Aparecieron otros estudiantes que nos saludaban con besos, como si fuésemos compañeras militantes. Al rato empezó a circular un mate, y nosotras aportamos al grupo nuestras galletitas. 

Terminamos los folletos y la mayoría de los compañeros partió a sus clases, estaban contentos con la tarea finalizada. Una chica se quedó tomando mate con nosotras y forrando la urna a dónde volverían completos los volantes repartidos. Los amigos de mi hermana se fueron acercando, comentaban lo tarde que se había hecho pero yo no los escuchaba. Con ese mate en la mano, todavía caliente y rico, me descubrí pensando que Cande tenía razón: la vida es bastante simple. Pero no llegué a decírselo, justo salió mi hermana menor gritando de felicidad. 

3 comentarios:

Nuria K. dijo...

Las dos tenían razón. A veces es simple. A veces complicada. A veces tambien es liviana. Pesada. Desnuda. Cálida. Aspera. Inútil. Efímera. Soleada. Tranquila. Escandalosa. Sangrienta. Silenciosa. Oscura. Sorpresiva. Feliz. Solitaria. Ociosa...
De vez en cuando nos levantamos y el mundo parecería ser otro. Es otro. Aunque por momentos pensemos que un día es similar al siguiente.
Felicitaciones para Lucía! Te quiero mucho.

Fran dijo...

Dos cosas que estoy haciendo ahora mismo: tomando mate y con un cuadernillo del centro de estudiantes de sociales. No se de que se recibio tu hna, pero cuando me toque voy a hacer lo mismo que ella, salir gritando pero desnudo! (?)

rastelman dijo...

la vida es simple y el complicado soy yo, eso está clariiisimo y por eso me muero por unos mates ahora aunque ya es medio tarde (20hs) y en breve cenamos, pero me encanta la idea de socializar a falta de nada mejor y como una manera de ayudar a alguien...
imagino a esa gente todavia preguntando por ustedes sos!

bai