jueves, 16 de abril de 2009

La carretera.

Me recomendaron este libro dos hombres: un suizo que ya es padre y un español que todavía no. 
Se arrimó al chico. Ten presente que las cosas que te metes en la cabeza están ahí para siempre, dijo. Quizás deberías pensar en eso.
Algunas cosas las olvidas, ¿no?
Sí. Olvidas lo que quieres recordar y recuerdas lo que quieres olvidar.
El libro se trata de un padre y un hijo que viajan por una carretera tratando de salvarse del fin del mundo.
La fragilidad de todo por fin revelada. Viejos y preocupantes problemas desintegrados en la nada y en la noche. El último ejemplo de una cosa pone punto final a la clase. Apaga la luz y se va. Mira a tu alrededor. "Siempre" es mucho tiempo. Pero el chico sabía lo que él sabía. Que siempre es un abrir y cerrar de ojos.
Además de unas poquísimas pertenencias que llevan en un carrito de supermercado, sólo se tienen el uno al otro.
El abrazando al chico. Tan flaco. Mi corazón, dijo. Mi corazón. Pero sabía que aún siendo un buen padre era muy posible que ella llevara razón en lo que dijo. Que el chico era lo único que había entre él y la muerte.
Durante el camino, los amenazan toda clase de peligros, fríos y hambrunas. 
Bueno. De entrada supongo que tienes que estar un poco asustado para que estés alerta. Ojo avizor. Vigilando siempre.
Pero el resto del tiempo no estás asustado.
¿El resto del tiempo?
Sí.
No lo sé. Quizás es mejor estar siempre alerta. Si las complicaciones surgen cuando menos te lo esperas entonces lo más inteligente sea esperar que se presenten.
¿Y tú siempre esperas que se presenten, papá?
Sí. Pero a veces puede que me olvide de estar ojo avizor.
El padre trata de mantener la cordura frente al caos y a los recuerdos del pasado.
Vale.
Vale significa vale. No que mañana sigamos negociando.
¿Qué es negociar?
Quiere decir hablando un poco más y llegar a otro acuerdo. No habrá otro acuerdo. Esto es lo que hay.
Vale.
Vale.
Es un libro crudo y triste.
Apoyó la frente en los brazos cruzados sobre el asa del carrito y tosió. Escupió una saliva sanguinolenta. Tenía que parar a descansar cada vez más a menudo. El chico le observaba. En algún otro mundo el niño habría ya empezado a echarlo de su vida. Pero no tenía otra vida. Sabía que el chico estaba despierto por las noches, escuchando para ver si todavía respiraba.
Cuando los dos europeos me lo recomendaron, se preguntaban si les había llegado tanto por el hecho de ser hombres (y uno de ellos padre). Entonces, les agradezco la recomendación y les saco la duda: vale también para mujeres.
Dicen que las mujeres sueñan con el peligro que acecha a sus seres queridos y que los hombres sueñan con el peligro que corren ellos mismos.
(Fragmentos de “La Carretera”, de Cormac McCarthy)

3 comentarios:

carodelpy dijo...

ufff me encantó el párrafo final. Lo voy a comprar en mi librería amiga. Me gusta también por la relaciones padres/hijos. Gracias

Naci ayer.. dijo...

Es muy interesante el libro entero.
Me gusto mucho.

En este caso, es el hombre que teme por la vida de su ser mas querido (el niño), y no la mujer que los abandona.

Este libro me hizo pensar que es el padre el que te enseña a enfrentarte al mundo, y la madre la que te da la fuerza emocional para soportarlo.

En La Carretera el hombre es madre/padre.

María dijo...

Hola "Nací ayer",
No creo que haya una función para madre y padre por estos tiempos. Está todo mezclado (los roles se han ido amoldando a las circunstancias) y es demasiado complejo.