viernes, 19 de diciembre de 2008

Gracias a esos locos altos.

Me gusta cada vez más el té, me compré mi primera valija y la última novedad de mi temprano envejecer es que retomé el tenis. 

Mi mamá me mandaba (qué buena la expresión) a clases de tenis con mi hermana cuando éramos chiquitas. No me acuerdo muy bien si nos gustaba o si era algo que teníamos que hacer. Sí me acuerdo de que el profesor nos caía bien y de que éramos bastante buenas. Todavía tengo mi Prince Junior en la baulera.

Ahora descubro que el tenis es como manejar, andar a caballo o la tabla del nueve, no se olvida. Y le agradezco a mi mamá haberse percatado de que es lindo galopar a lo loco sin miedo, meterse mar adentro, tener los agujeritos de las orejas hechos y saber jugar al tenis. 

1 comentario:

Dolores dijo...

Te extraniamos... Escribì!