Miró la cara de su hijo y notó que había sufrido una extraña transformación. Las facciones habían madurado completamente, la cara era ahora la de un hombre de muchos años, como si el único momento de la vida, cuando estaba en las manos del médico, hubiera sido una vida entera, de comienzo a fin. El triunfo de la furia, la ganancia y la pérdida, todo había desaparecido ya de su cara y los párpados cerrados irradiaban serenidad.
(Fragmento de "El nadador en el mar secreto", de William Kotzwinkle)
No hay comentarios:
Publicar un comentario