sábado, 20 de septiembre de 2014

Séneca a Lucilio sobre la buena vida:

Toda la porción de nuestra vida que queda tras nosotros pertenece al dominio de la muerte.

Todos nos creemos obligados al agradecimiento por aquellas cosas pequeñas y despreciables, de cuya pérdida nos podemos recuperar, pero no nos creemos en deuda por haber recibido el tiempo que es la única cosa que, ni agradeciéndola, podríamos ganar de nuevo.

Dice un antiguo proverbio que el gladiador planea la lucha sobre la misma arena.

Una de las primeras manifestaciones con que un alma bien ordenada revela serlo es su capacidad de poder fijarse en un lugar y de morar consigo misma.

No existe nadie tan cobarde que no prefiera caer de una vez que estar siempre colgado.

Retírate en ti mismo cuanto sea posible; trátate con quienes pueden hacerte mejor, admite a aquellos a los que puedas mejorar; estas cosas tienen condición de recíprocas, ya que los hombres aprenden enseñando.

Créeme: los que parecen que no hacen nada, hacen cosas mayores que las de los demás, pues se ocupan a la vez en las cosas humanas y en las divinas.

A menudo decía el filósofo Atalo que es más dulce hacerse un amigo que retenerlo, “tal como para un artista es más dulce pintar que haber pintado”.

Dondequiera que vaya veo señales de mi vejez.

Lo que sí te recomiendo es que no te hagas desgraciado antes de tiempo, ya que tal vez no lleguen nunca aquellos males que has tenido por inminentes, y la realidad es que aún no han llegado.

Es menester vivir con este convencimiento: “Yo no he nacido para un rincón, mi patria es todo el mundo.”

(Fragmentos de "Elogio de la ancianidad", de Séneca)

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