sábado, 3 de mayo de 2014

21

La gente trabaja, yo no. Yo miro por la ventana, miro por la ventana, por la ventana. Afuera es un día de invierno y hace sol. Las puertas no cierran bien, no cierran, son viejas. Suena un teléfono a través de la pared. ¿Por qué dará tanta pereza hacer lo que a uno le gusta? Da pereza, pereza arrancar. A mí me da pereza arrancar y eso pareciera no curarse. El camino del éxito, el camino del éxito. ¿Quién sabe? Me canso de mí, sigo cansándome de mí. Por más a gusto que me sienta acá, por más a gusto que me sienta. ¿Alguien atendió? En todo caso, el teléfono dejó de sonar. ¿Qué funciona mejor en la ficción? ¿El pasado o el presente? Los fines de semana me dan tirria, no me gustan, ese imperativo de pasarla bien, de hacer cosas, de hacer algo especial, el tiempo libre. Prefiero rebuscármelas cuando la gente trabaja. La gente en situación de ocio suele verse ridícula, como fuera de lugar, grotesca. Estoy desmotivada, un poco, me doy cuenta, aburrida, excesivamente tranquila, casi cómoda. Ya no me gusta mi casa, estoy harta, estoy harta de ella. Quiero, aunque sea, vivir distinto. Yo lo cuidaría, yo cuidaría a ese bebé si me  lo dejara, si quisiera dejármelo, si quisiera. Creo que podría ser una buena madre, creo que sí, creo que me gustaría ser una buena madre, creo que sí. No sé en qué pienso, no sé en qué estoy pensando, no sabría decirlo, no podría precisarlo, no podría. No sé en qué ando, si me preguntan en qué ando, yo no sabría qué decir, que responder, en qué ando. Sé que me canso, cada tanto me canso, me agoto y no quiero más eso que tenía y quiero otra cosa, otra, otra cosa. Esperar hasta que el momento estalle, esperar hasta que el momento estalle, ¿qué es? La ansiedad nunca es demasiado buena. Una vez dijeron que era la otra cara de la angustia y yo creí. La provincia te abduce, por momentos es un planchón. Mi casa, ahora, me deprime un poco. No la limpio desde hace meses. No quiero dormir en mi habitación, no le paso un trapo desde hace meses. Desde hace meses. Quiero deshacerme de todos mis libros, de todos mis discos, sobre todo de los libros que ya leí, ¿para que los quiero? No los quiero, los daría todos.  Quiero charlar, tengo ganas de comunicarme. Con alguien, con alguien nuevo, alguien otro, alguien distinto, que me devuelva una visión nueva, distinta. Hay gente a la que simplemente dejé de ver y nunca volví a cruzar y esta bien así. Estoy aburrida. Afuera, en la ciudad, hay bullicio de ciudad, bullicio de ciudad de viernes por la tarde. Acá no, acá en cierto sentido es siempre la misma hora, el mismo día. Allá la gente va y viene a toda velocidad, se moviliza. A toda velocidad. Yo, acá, estoy quieta y cansada, me canso, porque estoy aburrida, me canso cuando estoy aburrida y me dan ganas de dormir, sólo ganas de dormir, solamente. Siempre las misma cuadras, los mismos barrios: lo mismo que de pronto un día me da sensación de poder, otro día me aplasta. Soy yo, es mi imposibilidad. Ahí, nuevamente, lo único que te salva es la ficción. Eso cuando podes, cuando te deja acceder a ella. Lo otro te engulle. No quiero ni recreos ni obligaciones aunque, claramente, prefiero las obligaciones. No sabría qué hacer sin ellas. Vivir de evento en evento, como si tal cosa. Tener hijos para pasar el rato, aunque sea eso, para pasar el rato. Que no es poco, pasar el rato. Me aburro. Ya ni siquiera sé cuál es mi idea de aventura. Quiero no querer, no necesitar nada. Ya no necesito, ya casi odio Bogotá, tan solo porque no puedo irme, esa ya es una buena razón, quiero irme de ahí, si ya casi nunca estoy, si ya casi solo funciona de guardiola y juntadero de polvo. Arreglármelas para conseguir otro lugar donde estar, donde quedarme, que no sea acá, o sí, no sé, tratar de saber donde querer estar. Irme de ahí es ya un imperativo, ¿o no? Y los libros y discos se los dejaría a otro, al nuevo inquilino, que vengan con la casa, que se queden ahí, que pierdan su historia, que me pierdan, que me extravíen, que se olviden de mí, sin inquina, sin inquilina. Ya no quiero más, ya no quiero más ahí. Inconformismo y comodidad, todo junto y al mismo tiempo.

(Capítulo 21 de "Agosto", de Romina Paula)

No hay comentarios: