miércoles, 2 de abril de 2014

El común olvido

Lo que sí entiendo es la libertad que da el exilio al descontextualizar. De habernos quedado en la Argentina, no sé bien qué hubiera sido de mi madre porque siempre me costó ubicarla, aún cuando estaba viva, pero sí sé que yo habría seguido los pasos previstos para, como dicen, la gente como uno. Sería a lo mejor abogado, como el sobrino de Samuel, u hombre de negocios, como el primo de mi padre, pero seguramente no bibliotecario y traductor. Me pregunto si habría sido gay, quiero decir gay como lo soy ahora después de haber vivido tanto tiempo afuera: a lo mejor me habría casado, con una chica de buena familia argentina o inglesa, y tendría mis cositas al margen, on the side como dicen en los restaurantes de Estados Unidos cuando uno no quiere que le mezclen los elementos de un plato de comida, cositas como mi encuentro con el repartidor de pollitos Cargill en quien pienso por cierto con bastante frecuencia, o incluso algo más estable, por ejemplo con otro hombre casado, como yo, al que vería una o dos veces por semana. O a lo mejor estaría casado y ni siquiera tendría cositas, sólo una sensación vaga de algo que hubiera podido ser.
(Fragmento de "El común olvido", de Sylvia Molloy)

No hay comentarios: