martes, 7 de enero de 2014

Harry a Marcus sobre ser escritor:


-Me gustaría enseñarle a escribir, Marcus, no para que sepa escribir, sino para convertirle en escritor. Porque escribir libros no es nada: todo el mundo sabe escribir, pero no todo el mundo es escritor.
-¿Y cómo sabe uno que es escritor, Harry?
-Nadie sabe que es escritor. Son los demás los que se lo dicen.

-Harry, si tuviera que quedarme con una sola de todas sus lecciones, ¿cuál sería?
-Le devuelvo la pregunta.
-Para mí sería la importancia de saber caer.
-Estoy completamente de acuerdo con usted. La vida es una larga caída, Marcus. Lo más importante es saber caer.

-Harry, tengo una duda sobre lo que estoy escribiendo. No sé si es bueno. Si merece la pena…
-Póngase pantalón corto, Marcus. Y vaya a correr.
-¿Ahora? Está lloviendo a cántaros.
-Ahórrese los lloriqueos señorita. La lluvia no ha matado nunca a nadie. Si no tiene el valor de salir a correr bajo la lluvia, no tendrá el valor de escribir un libro.
-¿Es otro de sus famosos consejos?
-Sí. Y éste es un consejo aplicable a todos los personajes que viven dentro de usted: el hombre, el boxeador, el escritor. Si un día tiene dudas sobre lo que está haciendo, vaya y corra. Corra hasta perder la cabeza: sentirá nacer dentro de usted la rabia de vencer.

-Si los escritores son seres tan frágiles, Marcus, es porque pueden conocer dos clases de dolor afectivo, es decir, el doble que los seres humanos normales: las penas de amor y las penas del libro. Escribir un libro es como amar a alguien: puede ser muy doloroso.

-En el fondo, Harry, ¿cómo se convierte uno en escritor?
-No renunciando nunca. Mire, Marcus, la libertad, el deseo de libertad es una guerra en sí mismo. Vivimos en una sociedad de empleados de oficina resignados y, para salir de esa trampa, hay que luchar a la vez contra uno mismo y contra el mundo entero.

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