lunes, 4 de noviembre de 2013

La ventana vacía

Todo se expande, se explaya, se multiplica y, aunque es inmaterial, todo es alcanzable. Apretando un botón puedo ver la Torre Eiffel, escuchar una sinfonía ya, ahora mismo; también podría saber por qué sufren los adolescentes chinos, cuántos huevos lleva la crema catalana, leer los poemas de Emily Dickinson, ver "Volver al futuro", saber si murió mi maestra de la primaria.

Si tuviese ganas podría buscar mis raíces, hablar con mi hermana que vive en Milán, contarle que me corté las puntas, que salió el sol en Buenos Aires; puedo ver fotos de mi futura casa, sacar un pasaje a la India, confirmar que hoy no hace frío ni calor. Ahora mismo tengo conexión con todos los que me conocen, podría decirles te quiero, o perdón. Abriendo una ventana tengo pantalla directa con el universo.

Pero estoy en mi casa, en un cuarto con una ventana que muestra edificios inmóviles, mudos, y árboles que a veces bailan con el viento. Busco otra cosa, lo más pequeño, íntimo, lo subterráneo. Qué cerrada, dirán, y así es. Cierro la ventana universal para enfrentarme a una pared blanca, un límite. No voy a navegar el mundo entero, no quiero cien mil opciones. Quiero lo ínfimo, lo inútil, lo desconocido. Aunque me tenga que dar la cabeza, una y otra vez, con la página en blanco.

5 comentarios:

Laura B. dijo...

Cuando empecé a leer me acordé de esta canción tan linda: http://www.youtube.com/watch?v=KjFOS-h-suc

Besos van

María dijo...

Gracias, Lau!

Besos

Dolores dijo...

Una vez una amiga me dijo que los bebés deben aburrirse para poder ser creativos. No tener ventanas abiertas y mil y una atracción. Deben mirar al techo y darse contra la pared blanca, una y otra vez, como vos.

Anónimo dijo...


la inspiración! qué hermoso texto.

María dijo...

Gracias, Anónimo! Me alegro de que te haya inspirado. Saludos.