martes, 8 de octubre de 2013

Séptimo

“Séptimo” podría haber sido una buena película. Tenía todo: una idea potente y clara, a Ricardo Darín en el noventa por ciento de los planos y una calidad técnica impecable, la película está filmada con muy buen gusto, muy estilizada (las tomas aéreas de Buenos Aires son impresionantes).

Falla la verosimilitud temporal y otros detalles, pero hay uno que es fundamental y me pregunto si Patxi Amezcua no sabe que si devela al “malo”, antes de que el “bueno” descubra quién es, la película se cae como una torta helada al sol en enero. ¿No hizo proyecciones privadas antes de estrenar? ¿Fue una decisión personal contarla así o mantuvo alguna pelea con el guionista o el productor por este tema?

¿Conoce los códigos policiales además de los recursos estéticos? Si hubiese seguido los códigos de los policiales de toda la vida, que por algo se usaron, la película hubiese sido buena.  Quizás sea sólo una escena, pero no es un detalle. ¿Qué le costaba resignar esa escena? ¿Qué importaba no ser original en lo único que está comprobado que hay que seguir las reglas? Para todo el resto, los personajes, la música, los planos, la estructura, fue el mejor alumno. Ahora para el núcleo, el corazón del asunto, se quiso hacer el loco. Y no le salió.  

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