domingo, 22 de septiembre de 2013

Diario del ladrón

Hacia lo que se denomina el mal, por amor, corrí una aventura que me condujo a la cárcel. Si no siempre son bellos, los hombres consagrados al mal poseen virtudes viriles. Voluntariamente, o víctimas de una elección accidental, se hunden, con lucidez y sin quejas, en un elemento reprobador, ignominioso, semejante a aquel en que, si es profundo, precipita el amor a los seres. Los juegos eróticos descubren un mundo innominable que es revelado por el lenguaje nocturno de los amantes. Semejante lenguaje no se escribe. Se susurra, de noche, al oído, con voz ronca. Al amanecer, se olvida. Negando las virtudes de vuestro mundo, los criminales aceptan, desesperadamente, organizar un universo prohibido. Aceptan vivir en él. Su atmósfera es nauseabunda: saben respirarla. Pero –los criminales están lejos de vosotros- como en el amor, se separan y me separan del mundo y de sus leyes. El suyo huele a sudor, a semen y a sangre. Ofrece, en fin, la abnegación a mi alma sedienta y a mi cuerpo. Porque posee estas condiciones de erotismo es por lo que me encarnicé en el mal.
(Fragmento de "Diario del ladrón", de Jean Genet.)

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