jueves, 1 de agosto de 2013

El pan desnudo

En el cementerio encontré las hierbas que me había pedido mi madre. En el borde de una tumba, vi a tres hombres sentados que bebían de una misma botella. Uno de ellos me llamó:
-Oye, pequeño, ven aquí. Tengo algo para ti.
-Dáselo a tu madre, hijo de puta –le contesté y salí corriendo.
Con las hierbas, mi madre hizo un buen guiso. Yo, más que masticar, tragaba.
-Estas hierbas están buenísimas, ¿de dónde las has sacado? –preguntó mi madre.
-Del cementerio de Buarrakía.
-¿Del cementerio?
-Sí. ¿Qué hay de malo? Fui a visitar la tumba de Abdelkader y le puse encima unas cuantas ramas de arrayán. Apenas quedaba tierra cubriendo su tumba. Si nos descuidamos, el día menos pensado se confundirá con el terreno y ya no podremos encontrarla.
A mi madre se le humedecieron los ojos.
-Hay mucha hierba de esta entre las tumbas – añadí.
-No se pueden comer las hierbas del cementerio.
-¿Por qué no?
Me miraba mientras yo comía, asombrada de que aún tuviese apetito. Parecía que mi madre fuese a vomitar de un momento a otro. Enfadada, me retiró el plato.
-¡Basta! –me dijo en rifeño.
-Todavía tengo hambre.
-¿De dónde cogiste las ramas de arrayán?
-De otras tumbas.
Se puso histérica:
-Mañana mismo volverás al cementerio y devolverás el arrayán a sus tumbas, y trata de que nadie te vea. Ya compraremos nuestro propio arrayán para tu hermano y decoraremos su tumba.
Empezó a llorar. Al verla, a mí también se me escaparon algunas lágrimas. Después me cogió entre sus brazos y me quedé dormido.
Solía acompañarla al Zoco Grande, donde comprábamos pan duro a los mendigos debajo de un gran árbol, cerca del mausoleo de Sidi El Mejfi. Mi madre lo ponía a hervir en agua con un poco de aceite y especias. Otras veces sólo en agua.
 (Fragmento de “El pan desnudo”, de Mohamed Chukri)

2 comentarios:

Berlin Blues dijo...

Que cosa más bella...

María dijo...

Hola Nitzia,
Qué bueno que te gustó el fragmento, el libro es muy bueno.
Besos!