En el cementerio encontré las hierbas que me había pedido mi madre. En el borde de una tumba, vi a tres hombres sentados que bebían de una misma botella. Uno de ellos me llamó:-Oye, pequeño, ven aquí. Tengo algo para ti.-Dáselo a tu madre, hijo de puta –le contesté y salí corriendo.Con las hierbas, mi madre hizo un buen guiso. Yo, más que masticar, tragaba.-Estas hierbas están buenísimas, ¿de dónde las has sacado? –preguntó mi madre.-Del cementerio de Buarrakía.-¿Del cementerio?-Sí. ¿Qué hay de malo? Fui a visitar la tumba de Abdelkader y le puse encima unas cuantas ramas de arrayán. Apenas quedaba tierra cubriendo su tumba. Si nos descuidamos, el día menos pensado se confundirá con el terreno y ya no podremos encontrarla.A mi madre se le humedecieron los ojos.-Hay mucha hierba de esta entre las tumbas – añadí.-No se pueden comer las hierbas del cementerio.-¿Por qué no?Me miraba mientras yo comía, asombrada de que aún tuviese apetito. Parecía que mi madre fuese a vomitar de un momento a otro. Enfadada, me retiró el plato.-¡Basta! –me dijo en rifeño.-Todavía tengo hambre.-¿De dónde cogiste las ramas de arrayán?-De otras tumbas.Se puso histérica:-Mañana mismo volverás al cementerio y devolverás el arrayán a sus tumbas, y trata de que nadie te vea. Ya compraremos nuestro propio arrayán para tu hermano y decoraremos su tumba.Empezó a llorar. Al verla, a mí también se me escaparon algunas lágrimas. Después me cogió entre sus brazos y me quedé dormido.Solía acompañarla al Zoco Grande, donde comprábamos pan duro a los mendigos debajo de un gran árbol, cerca del mausoleo de Sidi El Mejfi. Mi madre lo ponía a hervir en agua con un poco de aceite y especias. Otras veces sólo en agua.
(Fragmento de “El pan desnudo”, de Mohamed Chukri)
2 comentarios:
Que cosa más bella...
Hola Nitzia,
Qué bueno que te gustó el fragmento, el libro es muy bueno.
Besos!
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