lunes, 8 de julio de 2013

Así se escribe un cuento

(Advertencia a los lectores:  Este es un post dedicado al cuento. A los que les interese el género, estas palabras quedarán aún cortas. A los que no, abstenerse, ya que serán interminables.)

Entrevistar a alguien siempre es placentero porque significa conversar, indagar, aprender, intercambiar, compartir y/o debatir ideas. Es un pequeño, íntimo y saludable ejercicio de inteligencia. Que a su vez promueve otro pequeño, íntimo y saludable ejercicio: el de la lectura, que es en este caso un acto de curiosidad, de intromisión anunciada, de voyeurismo no clandestino. Por eso el lector de una entrevista contempla un encuentro secreto, pero secreto sólo en apariencia porque el encuentro ha sido celebrado para él. Es un acto de simulación, también, porque entrevistador y entrevistado simulan que están solos, aunque saben que lo que digan será leído por otras gentes, diversas, desconocidas. No deja de ser una exhibición, entonces, pero una exhibición pudorosa, gobernada por la búsqueda, es decir, por la cautela. Suele resultar, por lo tanto, una exhibición de brillos. Y es eso –el brillo- lo que procura el entrevistador con sus provocaciones (toda pregunta es una provocación, una exhortación a las ideas). De ahí que la devolución del entrevistado es casi siempre el pensamiento lúcido, la frase contundente, la palabra inesperada, la idea original y refrescante. 
Un buen cuento es el que nace sencillamente de la inevitabilidad de que ese cuento exista. Es decir: se lo escribe porque no se puede dejar de escribirlo.
Hemingway: “En el cuento el escritor gana por knock-out; en la novela, por puntos”. 
Antonio Skármeta: “La técnica más brillante es aquella más transparente. La que disfrutas, pero no sientes. Es lo que se llama la difícil sencillez. Correr el riesgo de ser sencillo luego de haber estado metido en las profundidades de la complejidad. Decir: Queridos congéneres, este pez que está aquí en mis manos es producto del viaje que hice al fondo del océano, donde me atacaron ballenas, me persiguieron tiburones, me enredé en algas, me estrangulé, me asfixié, y aquí vengo, huevón, con este pescadito, chiquitito. Si en ese pescadito se puede ver el océano, ahí está el cuento.” 
Enrique Anderson Imbert: “El cuento vendría a ser una narración breve en prosa que, por mucho que se apoye en un suceder real, revela siempre la imaginación de un narrador individual. La acción –cuyos agentes son hombres, animales humanizados o cosas inanimadas- consta de una serie de acontecimientos entretejidos en una trama donde las tensiones y distenciones graduadas para mantener en suspenso el ánimo del lector, terminan por resolverse en un desenlace estéticamente satisfactorio. (…) El escritor tiene que buscar una expresión sincera, desde un punto de vista original. Pero para saber qué es original, tiene que leer mucho cuento. (…) Si alguien me pidiera una definición del cuento en un mínimo de palabras, yo respondería eso: un problema y una solución.”
Marco Denevi: “El cuento es un poco como asomarse a algo: descubrirlo en el momento en que sucede y luego retirarse. Una estrella fugaz. La novela es caminar mucho por la calle. A mí me parece que una de las glorias del cuento, de los grandes cuentos, es que su óptica se acerca a un pequeño espacio de la realidad, y desde ese pequeño espacio siempre hay como una alusión a lo que está fuera del cuento. Es como si iluminara lo que está muy cerca. La novela no deja en sombras casi nada, porque su óptica, la lente de la novela, lo capta todo. El cuento lanza como una semipenumbra alrededor: se acerca a algo y se excede a sí mismo.”
Silvina Ocampo: “Yo creo que uno, cuando va a escribir un cuento, debe hablar primero con su imaginación. Uno debe preguntarse primero qué hay, qué tiene ahí. La imaginación siempre nos relata algo; y entonces uno verá cómo lo relata, desde qué punto de vista. Pero es muy difícil explicar esto." 
Juan Filloy: “(…) Es un texto corto, lacónico, lineal. Horacio Quiroga, me parece, hizo la comparación de que el cuento es la trayectoria de una flecha que sale del arco y da en el blanco, sin digresiones de ninguna especie, respetando completamente la línea argumental, y con un final sorpresivo.” 
Daniel Moyano: “Para mí, es la manera más familiar, generosa, intensa y violenta que uno tiene de salirse de la rutina y de la aburrida realidad. El cuento es ese medio violento y rápido y hermoso de sacarte de esta realidad, para conectarte con esa otra que vislumbramos, que deseamos. (…) No hay nada más hermoso que cuando te cuaja un cuento.”
José Donoso: “El cuento corto es un destello. O debe serlo, o tiende a serlo. Como decía Joyce: cada cuento es una epifanía. (…) Cada cuento tiene su propia biografía, y al nacer lleva determinado en sus genes lo que va a ser. Hay una genética cuentística. (…) A mí lo que me interesa es pensar qué parte de la experiencia humana –o qué partes- se contiene en una frase. (…) Lo que importa es convencer al lector de que ha habido espontaneidad en la creación. Me parece más relevante el artificio de la espontaneidad que la espontaneidad misma. (…) Y nadie ha escrito el cuento perfecto, te fijas, porque si alguien lo hubiese escrito ya no habría la necesidad de escribirlo. Esa es la magia de la existencia, es la magia de estar vivo: todo el tiempo uno está buscando una solución para algo que uno sabe que no tiene solución.” 
María Elena Walsh: “La génesis de mi literatura es como la de cualquier otra: partir de un hecho o personaje real y transformarlo, o dejar que se transforme solo a medida que uno lo utiliza y lo describe. (…) El cuento para chicos requiere algunas cosas: acción, mucho humor, gracia, juego con el lenguaje, sentido del disparate…” 
René Avilés Fabila: “Para mí el cuento es simplemente atrapar algo que me gusta. Cazar una anécdota o una parte de la anécdota; reproducir un diálogo; reconstruir una mini situación. Y cuanto más reducida sea la situación aprehendida, más me satisface. (…) De lo que se trata, para mí, es de contar una historia lo más rápidamente posible, yendo hacia su desenlace que debe ser sorpresivo.” 
Juan José Saer: “Creo que en la creación literaria las cosas voluntarias son siempre confusas. Se sabe más de lo que no se quiere hacer que lo que se quiere hacer. (…) Pienso que la modernidad en el cuento se daría, primero, por la menor cantidad posible de intriga; segundo, por la mayor concentración posible; después, por la mayor intensidad poética en el relato; y finalmente por la incorporación de elementos formales inesperados que podrían, digamos, darle una fisonomía nueva.” 
Juan José Manauta: “El cuento es como una piedra que cae en un estanque. Forma círculos concéntricos. Vos vas agrandando siempre el mismo núcleo; en el cuento hay un solo tema. (…) Cualquier narración es necesario vivirla mucho tiempo, convivir con la idea durante mucho tiempo, y escribirla lo más rápidamente posible, para que no se escape nada de lo esencial. (…) El del escritor es un oficio solitario, evidentemente, pero también se da la paradoja de que el escritor se aísla para estar con la gente. Se aísla no porque se vaya de la gente, sino porque trabajar solo es su manera de acercarse a la gente.” 
Elsa Bornemann: “Me animaría a describir la inspiración como un súbito golpe de sol o roce de nieve en el medio de los ojos, contra el alma y a su favor. Una sensación extraña y movilizadora de la posibilidad de escribir “eso” y “ya”. Y entonces uno lo escribe como al dictado… Esa conmoción de la sensibilidad puede producirse con frecuencia o no. Creo que todos padecimos (o disfrutamos, vaya uno a saber) etapas durante las que deseamos relacionarnos con las palabras y ellas han desaparecido. Y recién dije “disfrutamos” porque, en ocasiones, me asalta la sospecha de que no se escribe en tiempos felices. (…) Un cuento es una ola; un intenso día de vida; un amor a primera vista; un relámpago perdurable." 
Adolfo Bioy Casares: “ Creo que hay que leerse en voz alta. Hay que oír lo que uno escribe. Pero tampoco es cuestión de reducir frases con eses, eñes, elles, a frases que no tengan esas letras. Lo que sí creo que tenemos que evitar, siempre, es el sinónimo. La repetición que parece inconsciente, o un poco estúpida, desde luego hay que evitarla. Pero a veces uno tiene que mencionar una cosa, y no puede andar mencionándola con distintos nombres. Cuando una palabra se ve como un sinónimo, ya la credulidad, y la credibilidad, del lector, desaparece. Creemos que nos están ‘escribiendo”, que nos están haciendo literatura. (…) Lo que me propongo siempre es que la prosa no se interponga entre el pensamiento y la emoción del lector. Que estén ahí el pensamiento y la emoción que yo he sentido, y que las palabras sean transparentes.” 
Edmundo Valadés: “Escribir exige una entrega total. Una decisión total, decirse: bueno, yo soy escritor y tengo el uso de la palabra, pues voy a usarla. Puedo hacer una gran obra y no hacerlo, eso no tiene importancia, lo que importa es que yo exprese lo que quiero expresar y dé la vida por ello. (…) El cuento es un sueño breve, una ilusión. El cuento es intensidad.” 
Pedro Orgambide: “Me gusta que el cuento me haga vivir un momento de gran intensidad. Entrar en un mundo en muy poco tiempo físico y cronológico. Yo quiero tres, cuatro páginas, cinco, y que en ellas haya un mundo. Eso me parece una maravilla.” 
Carlos Fuentes: “Los cuentos son los que pueden ser redondos; pueden darse el lujo de serlo, de tener una perfección formal, de no dejar cabos sueltos. (…) Ahora, yo creo que un gran cuento es un cuento que logra a la vez redondez formal y apertura hacia el futuro.” 
Angélica Gorodischer: “La paradoja es convertir, ¿no? Tironear la verdad. Yo digo la verdad pero no es toda la verdad. (…) En un cuento tiene que suceder algo; hay que contar, nunca hay que explicar, si se quiere decir que un tipo es un borracho consuetudinario no se tiene que decir que es un borracho consuetudinario sino mostrarlo en el momento en que se llena de alcohol y se cae de la mesa. Hay que dejar hablar a los personajes, dejarlos actuar, ponerse al acecho y ver qué hacen. Hay que usar las palabras más vulgares, las palabras adecuadas, no las correctas. (…) El cuento es un momento, es atrapar un momento. Generalmente un momento de vida muy decisivo, crítico. Truculento, a veces. (…) La novela es una red; y el cuento es un anzuelo con línea. Pero siempre se pesca algo.” 
Isidoro Blaisten: “Mi modo de operación es siempre restar… Pero ojo, esto no significa que todo el mundo tenga que proceder así, ¿eh? Estoy hablando de mi forma de trabajar. La mía. Yo quiero ser el que mejor resta; el gran restador. No me interesa la sumatoria. (…) Una vez me dijo Borges: Nunca diga en un cuento dos veces la misma cosa… Y a mí eso me quedó."
Algunos cuentos recomendados:
-“Macario”, “Talpa”, Juan Rulfo
-“Sennin”, Ryūnosuke Akutagawa
-“El almohadón de plumas”, “A la deriva”, “Insolación”,  Horacio Quiroga
-“Marta Riquelme”, Martínez Estrada
-“Bola de sebo”, “El socio de Tennessee”, “Los bandidos de Poker Flat”, Brett Harte
-“El farol”, Eugenio Zamyatin
-“Penas Tempranas”, “Babilonia revisitada”, F. Scott Fitzgerald
-“El jorobadito”, “Ester primavera”, “Escritor fracasado”, Roberto Arlt
-“El zapallo que se volvió cosmos”, Macedonio Fenández
-“Las hortensias”, Felisberto Hernández
-“Exactamente como los perros”, Dylan Thomas
-“El fin de la infancia”, Arthur C. Clarke
-“Inhaling and exhaling” (Libro de cuentos), William Saroyan
-“Enoch Soams”, Max Beerbohm
-“La joya”, “La señorita Perla”, Guy de Maupassant
-“Hojas rojas”, “Una rosa para Emily”, William Faulkner
-“Tlon, Uqbar, Orbis Tertius”, “El sur”, “El inmortal”, “Funes el memorioso”, “El jardín de los senderos que se bifurcan”, “Episodio del enemigo”,  Jorge Luis Borges
-“El rey de Finlandia”, Carson McCullers
-“El prodigioso miligramo”, Juan José Arreola
-“Los papeles de Aspen”, Henry James
-“Grandes Ilusiones”, Charles Dickens
-“La dama de espadas”, Alexander Pushkin
-“El matadero”, Esteban Echeverría
-“El gigante egoísta”, Oscar Wilde
-“Modesta proposición para que los niños irlandeses…”, Jonathan Swift
-“El murciélago”, Luigi Pirandello
-“La metamorfosis”, Franz Kafka
-“Los asesinos”, Ernest Hemingway
-“Mi mamá”, Juan José Hernández
-“Las dos madres”, Giuseppe Marotta
-“El marinero de Amsterdam”, Guillaume Apollinaire
-“Myriam”, Truman Capote
-“Casa Tomada”, “Axolotl”, “Las babas del diablo”, “Instrucciones para John Howell”, Julio Cortázar
-“Lo real”, Henry James
-“Cuál es la onda”, José Agustín
-“La suerte de un hombre viejo”, Andrés Rivera
-“La pura verdad”, Juan Martini
-“El tío Facundo”, Isidoro Blaisten
-“La caja de vidrio”, Ricardo Piglia
-“El infante”, Máximo Gorki
-“Ladrón de caballos”, Erskine Caldwell
-“El señor cisne”, “La inundación”, Enrique Wernicke

1 comentario:

Laura B. dijo...

Me encanta. Y me encantan los cuentos. Liliana Heker y Raymond Carver son dos de mis cuentistas preferidos.
besos van