(Cont. del LUNES, 18 DE MARZO DE 2013)
Ayer subió al 60 un artesano que había perdido en un incendio su taller y su casa. Pedía plata porque estaba viviendo en una pensión con sus dos hijos y si no pagaba el cuarto hoy los iban a echar.
Repartía unas tarjetitas que decían te quiero para siempre, te extraño más que nunca y cosas así, definitivas. No disimulaba que no le gustaba pedir ni que las tarjetitas eran cualquier cosa, una excusa, trataba de hacerlo lo más expeditivo posible. Así avanzó hacia el fondo con confianza hasta que, al parecer, alguien se negó a agarrar la tarjetita.
Y ahí el hombre levantó la voz y fue directo: Agarrala, dale, ¿no ves que si no cortás todo? No la agarrás vos, no la agarra el que sigue, no la agarra nadie.
Varios no pudimos evitar sonreír ante la abrupta y sorpresiva simpleza de tanta verdad: existe una cadena, un efecto dominó, una gran ola, la sensación de pertenecer a algo más grande. Yo abrí mi cartera para sacar algunos pesos. La pareja sentada enfrente mío, como un espejo, hizo lo mismo.
2 comentarios:
MUY BUENO !!!
Gracias, Sofia!
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