martes, 8 de enero de 2013

Iñaki Uriarte sobre la escritura grandilocuente:

La observación es de Nietzsche: "Se aprende antes a escribir con grandilocuencia que con sencillez. Ello incumbe a la moral". Es fácil señalar unos cuantos defectos morales que empujan a ser grandilocuente. El primero es la falta de aplicación. A quien escribe con descuido se le llena la página de expresiones que tal vez fueron elocuentes en su origen, pero que hoy son tópicos grandilocuentes. Otros enemigos de la escritura sencilla son la vanidad y el miedo. Quien escribe para publicar y ser leído tiende a adornar o proteger su pensamiento con grandes palabras. Y esto de las grandes palabras hay que entenderlo literalmente. Gracias a un artilugio del ordenador, veo que el tamaño medio de los vocablos de los "Puntos de vista" que publico a veces en El Correo es de 4,6 letras. Las mismas teclas aseguran que el tamaño medio de los que empleo en otros textos que escribo y guardo en privado, sin pensar en su publicación, es de 4,3 letras. He aquí un 0,3 de grandilocuencia añadida del que podría corregirme. Por ejemplo, siendo más fiel al consejo dado una vez por Valéry a un aprendiz de escritor: "Entre dos palabras semejantes, escriba  usted la más corta".  Todo un precepto ético.
(Fragmento de Diarios 1999-2003,  de Iñaki Uriarte)

No hay comentarios: