viernes, 25 de enero de 2013

El sabor de la certeza

Nunca me interesó ni motivó la cocina. Para mí siempre fue ese lugar que prefería esté bien limpio, una especie de quirófano en el que operaba superficialmente las mismas carnes y fluidos. Pero hace un tiempo tuve una revelación, de repente, como aparece un dolor o un recuerdo, como un timbre que suena, como una cana nueva.

LA COCINA ES UN LUGAR CREATIVO. Es hacer, materializar, usar las manos y generar algo diferente. Toda esa gente que, por diferentes motivos, no escribe, no dibuja, no diseña barcos, casas o autos, las señoras que no imaginan vestidos, los jóvenes que no filman películas, no tocan instrumentos o pintan graffitis, pueden crear cocinando.

De las artes, creo que a la que más se parece es al teatro. Cada representación, aún siguiendo el mismo guión, es única, desaparece cuando termina y sólo quedan resabios en la mente del espectador que se van borrando con el tiempo, al igual que el gusto de aquella torta de chocolate o aquel gazpacho andaluz. Nunca volverán exactamente iguales.

La cocina es confianza, en uno mismo y en los demás. Confianza en los hombres que pasan años rodeados de pescados, que rezan “del mar, el mero; y de la tierra, el cordero”; en el verdulero orgulloso que me entrega mangos “para hoy” como si fuesen un tesoro; confianza en la chica de la fiambrería que promete cortar el jamón transparente.

También hay que perdonar. Al mismo verdulero que nos vendió los mangos a precio oro y no se pueden ni cortar de lo maduros que están, por no decir podridos. Perdonarse uno mismo cuando los sabores no coinciden con las expectativas, cuando el plato no se parece ni cerca al de la foto de la receta.

La cocina es cultura, claro, si ya lo sabía hace mucho. ¿Saber? (Conocer; tener noticia de algo; poseer certeza; ser docto en alguna cosa; tener habilidad o capacidad; aceptar algo; tener sabor). Lo sabía, como sé que China es un país al este del continente asiático, pero nunca había explorado sus tierras.

Quizás estoy saliendo del bloqueo creativo desde lo más esencial: el alimento, el combustible que le pongo a la máquina. Como si hubiese dicho borrón y cuenta nueva a todo lo que sabía de mí; de repente sonó un timbre, me saqué una cana nueva y me gusta cocinar.

1 comentario:

Monica dijo...

Me siento sumamente identificada con este texto.
expresa en forma clara y sencilla los sentimientos
en el proceso de la cocina el cual para mi es una distraccion
sumamente creativa