martes, 25 de septiembre de 2012

Alessandro Baricco sobre la visión del director de cine:

Resumiendo, se puede contar así: sucede que tienes un día una especie de visión y meses después, tal vez años, te sientas en una pequeña sala y esperas ver esa visión reflejada en la pantalla convertida en materialidad y, por tanto, en algo visible también para los demás. En el tránsito que va de la mente a la pantalla pasa todo lo habido y por haber y en todo ese monumental circo tu verdadera tarea ha sido la de no perder contacto con aquella visión tuya, salvarla. No has hecho otra cosa. Durante meses has llevado de la mano a un niño por un parque de atracciones tratando de no perderlo. También se podría decir que escribir un libro no es algo tan diferente. Y es verdad. Pero en el cine, esa increíble acrobacia que es permanecer fiel a una visión propia se convierte en un ejercicio físico que hay que realizar en medio de un pandemonio de cosas y personas y con la ayuda de un montón de profesionales. En el cine se da a luz en público, como las reinas. Esto genera una especie de progresivo desenfoque de tu visión original, un suave deslizamiento hacia la oscuridad. Paradójicamente, cuanto más aprendes el oficio y más se capacitan tus ojos para mirar en el lugar del rodaje, menos consigues mantener una mirada precisa sobre tu visión original. Puede parecer absurdo, pero al final debes aceptar que te vas a quedar ciego. Es algo que no sucede con los libros. Cuando pierdes contacto con la visión de origen, interrumpes la tarea y esperas. En el cine es más complicado. Recordad personas que en un momento de su vida hayan perdido la vista por una enfermedad, por un accidente, por casualidad. Probad  imaginar el obstinado gesto, difícil y poético, con el que esas personas aferran en su memoria un paisaje visto de niño, la forma de un campo de fútbol, la cara del mejor amigo. A mí me ha parecido que hacer cine es algo semejante. Al final, te llevan a una sala oscura, ante una pantalla y, por más increíble que parezca, vuelves a ver el paisaje, el campo, al amigo. Si resultan idénticos a como los recordabas entonces vives una sensación imposible de describir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Acabo de rodar mi primer cortometraje M. y este post se quedó flotando unos cuantos días antes en mi cabeza que me ayudó mucho.
Lo de dar a luz en público como las reinas me perturba un poco pero ¡qué acertado es la imagen!
~E.