Vi "El cielo protector" cuando volvimos de Marruecos y recién acabo de terminar de leer el libro. Ver la película y leer la novela, en ese orden, facilita mucho la comprensión de los recursos de una buena adaptación, más que hacerlo a la inversa. Uno no tiene tan presentes los detalles del libro al ver la película. En cambio, esos detalles sí salen a la luz en la lectura como "agregados" si se vio la obra cinematográfica hace poco. La película es como el esqueleto y la novela lo rellena con carne. De todas maneras es imposible escapar a la contaminación y resignificación entre ambas, imposible, pero son tan especiales que es un placer, entre por donde entre la historia. Las recomiendo con todas mis fuerzas:
Las autoridades de inmigración no habían quedado satisfechas al desembarque: en los formularios, después de la palabra Profesión, había dejado un blanco, como en su pasaporte. (¡Ese pasaporte, prueba oficial de su existencia, que le corría detrás, en algún lugar del desierto!) Le habían dicho: “El señor hace seguramente algo.” Y Kit, cuando Port estaba por discutir la cuestión, había intervenido rápidamente: “¡Ah, sí, el señor es escritor, pero es tan modesto!” Se habían reído, llenaron el espacio con la palabra écrivain y formularon sus esperanzas de que encontrara inspiración en el Sáhara. Por un rato le enfureció esa obstinación en imponerle un rótulo, un état civil. Después, durante unas pocas horas, le divirtió la idea de escribir un libro. Un diario en el que anotaría cada noche los pensamientos del día, cuidadosamente condimentados con notas de color local, en el cual quedaría clara y tranquilamente demostrada la verdad absoluta del teorema que enunciaría al principio, a saber, que la diferencia entre algo y nada es nada. Ni siquiera había mencionado la idea a Kit: ella la hubiera ahogado con su entusiasmo. Desde la muerte de su padre no trabajaba porque no tenía necesidad, pero Kit alimentaba constantemente la esperanza de que empezaría de nuevo a escribir cualquier cosa con tal de escribir. “Es un poco menos insoportable cuando hace algo”, explicaba a los otros, y no era del todo broma. Y cuando veía a su madre, cosa que ocurría poco, y ella le preguntaba: “¿Estás trabajando?”, mirándolo con sus grandes ojos tristes, él contestaba con insolencia: “No.” En el taxi, rumbo al hotel, mientras Tunner decía: “¡Qué agujero inmundo!” ante las calles miserables, había pensado que también a Kit le encantaría la idea; tenía que realizarla en secreto, era la única manera de ser capaz de cumplirla. Pero cuando se instaló en el hotel y empezaron la pequeña rutina del café en el Eckmuhl-Noiseux, no hubo nada que escribir, no podía establecer una relación entre las trivialidades absurdas que llenaban el día y la empresa seria de alinear palabras sobre el papel. Pensó que probablemente Tunner era quien le impedía sentirse completamente cómodo. Su presencia creaba una situación, aunque sin mayor importancia, que le impedía alcanzar un estado de reflexión a su juicio esencial. Mientras viviera así, no podría escribir sobre esa vida. Donde terminaba una empezaba la otra, y si las circunstancias le exigían la más mínima participación personal, bastaba para excluir del ámbito de lo posible la tarea literaria. Pero estaba muy bien así. No hubiera escrito bien, y por lo tanto, no habría sentido placer. Y aunque hubiera podido escribir algo bueno, ¿cuántas personas lo habrían leído? Estaba muy bien internarse en el desierto sin dejar rastros.(Ah, y este fragmento del libro de Paul Bowles explica maravillosamente la razón por la cual no pude escribir en mi último y largo viaje. Además me recordó una situación que viví en el aeropuerto de Chile: en el casillero de Profesión del formulario de inmigraciones se me ocurrió escribir "Blogger", porque estoy en el aire con este tema y además la policía nunca lo lee. ¿Blogger?, saltó el oficial sorprendido, con ese acento chileno agudísimo y estirado. ¿Y eso? Blogger... Que escribo un blog, contesté tranquila. Negó con la cabeza y me pareció ver que tachaba y escribía algo encima, pero no estoy segura qué. Finalmente sonrío y murmuró simpático: eso no vale, es como poner "Facebooker".)
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