Me acabo de dar cuenta de que nunca me tomé en serio. Cosa buena, dirán, no tomarse en serio es no creérsela, no exagerar, no hacer de las cosas un globo que en realidad no son, no perder la perspectiva. Sí, sí, comparto todo, pero yo nunca me tomé en serio en el peor sentido, podríamos decir que nunca ni siquiera “me tomé”; lo de “en serio” es una sutileza en mi caso.
Todo empezó desde chiquita. Yo quería escribir y dibujar. Y lo hacía muy bien, eso decían maestras sobresaliente, esta chica tiene aptitudes literarias, madre mirá qué bien dibuja mi hija, compañeros qué lindo lo que escribiste, y María no está mal; sí, yo sabía íntimamente que era buena para eso pero nunca lo hice con disciplina, compromiso ni constancia. ¿Por qué? Por lo que les contaba antes, porque estuve “tomada” por no sé qué tipo de presencias.
Terminé el colegio a los dieciocho años y, presionada por mis secuestradores crónicos a decidir qué estudiar, empecé con “Publicidad”. Siempre digo que quería estudiar letras pero no me animé y, aunque hay algo de verdad en la frase, la realidad es que yo no quería nada, no sentía nada y no me daba cuenta de que estaba torciendo el alambre en la dirección equivocada. Ni siquiera equivocada, en una dirección que no era la mía. Eran "ellos" los que no me dejaron, yo sólo obedecía.
Al año, pasé de casualidad por la puerta del ENERC y, en vez de ir a apostar a los caballos, me inscribí en el examen para entrar a la escuela de cine del INCAA. No había visto ni “El ciudadano” (ay, no puedo dejar de interrumpir para vean el TRAILER porque es una genialidad) pero claro, escribía bien y el teórico resultó ser un análisis de “Juan Moreira” (ay, perdón pero ESTE también), entonces entré. No voy a decir que ahí sí encontré “lo mío”, que me sentía “como pez en el agua” ni que “anillo al dedo”. Nada que ver.
Pero sí apareció cierto orden, algo de sentido, una pequeña luz que empecé a seguir, al parecer algunas de esas presencias que me poseían eran más interesantes que otras y a estas por los menos les gustaba el cine. El alambre empezó a torcerse para otro lado y las películas me alegraron la vida, trajeron amigos que permanecen, amores y mucha contención. Las películas abrieron, consolaron, calmaron y, obviamente, entretuvieron.
Yo estudiaba dos carreras y trabajaba. Sí, porque en mi congreso mental había mayoría de presencias que votaban por trabajar como una máquina sin pensar en nada. La minoría hacía fuerza con talleres literarios, de pintura, teatro, bastante lectura. Y el alambre sufría pequeños dobleces para un lado y para otro, enrollándose más y más, como esas figuras que hace Pedro Mairal. Varios largometrajes, muchas publicidades y de repente, ya hace diez años de repente, soy “asistente de dirección” y me va muy bien, dicen "ellos".
Pero no todo es tan lineal, tan hermético. Se cuelan, como pueden, el documental, algunos guiones, cuentos, fragmentos de novelas y el blog: LA RESISTENCIA. Recién ahora, a mis treinta y cinco años, me vengo a dar cuenta de que estoy tomada, estoy luchando contra inversores extranjeros que me están explotando desde chiquita. Y ya basta. Tengo que desembrollar el alambre que está hecho un lío y empezar a explotar mis recursos naturales. Llegó el momento de expropiarme.
5 comentarios:
Y si, llegó el momento! Finalmente libre. Desde Italia, festejando el nuevo camino...
Me encanto casa tomada hay que desalambrar!
Lo bueno es haberse dado cuenta y cortar lo demás aparece solo, besos, gloria
Suena a introspección necesaria y positiva. Sí, somos una especie de alambre que muchas veces (dependiendo la edad) se nos "tuerce" a semejanza y al crecer intentamos meter "manos en el asunto" y nos corregimos según pensamos.
Lo importante es ser un alambre y no un un pedazo de tanza o hilo. Muchos son así, tanza o hilo, y el viento los lleva donde se les antoja, sin que ellos opongan resistencia o al menos se den cuenta que flamean a la deriva.
No es malo ser un alambre, lo importante es reconocerlo y hecharle manos a la obra cuando nos vemos "apuntando" a la dirección incorrecta, ¿no?
Gracias, Miguel. Me emocioné con tus palabras. Es cierto, qué bueno no ser tanza ni hilo, que bueno no ser caño ni palo. Mejor ser un alambre.
Saludos y gracias.
qué bien! te felicito.
Y hoy dos años más tarde?
qué tal todo?
Es un placer conocer personas a través de historias como la tuya.
Me encanta que la vida e internet y hasta yo mismo me regale estas oportunidades.
Beso!
Publicar un comentario