Ayer colgué tres cuadros. Gran avance. Vivo en mi casa hace más de seis años y todavía me cuesta mucho decidirme a colgar cuadros, prefiero dejarlos apoyados en el piso o sobre muebles; quedan lindos ahí y además no se casan con ningún lugar, podrían estar o no estar, no dañan las paredes y se prestan fácil al embalaje en caso de mudanza repentina.
Quizás tengo miedo a instalarme, a dejar marcas irreparables, señales de que yo estuve por acá: leyendo, comiendo, soñando. Miedo a decidirme por una imagen, en un lugar, mi historia. Las paredes blancas son como pantallas de cine, lo dejan todo abierto, todo posible, y pueden proyectar miles de películas. Una pared blanca es cómoda para cualquiera.
Pero estos días estoy decidida a contar historias en algunas paredes, a dirigirlas, marcarlas. Y desde ayer ando con el martillo cerca, como si fuese una linterna, o un matamoscas para espantar el miedo.
3 comentarios:
Una silla, un martillo y un montón de clavos. Todo lo necesario para divertirse....
Y un cuadro?
Me pasa exactamente lo mismo, tengo varios cuadros apoyados en la pared, me da no se que colgarlos. Es como si cuando los colgás pierden vida, dejan de ser arte y pasan a ser solo decoración, no se como definirlo, pero entiendo perfecto lo que sentís.
lala
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